domingo, 24 de julio de 2011

Coge fuerzas y arriba.

Que la vida no es caerte y esperar a que te levanten ni a que se compadezcan de ti.
Que la vida es que te caes, y te levantas tu solo. Y si te vuelves a caer, te vuelves a levantar. Y te volverás a caer tres mil veces más, pero te tendrás que levantar tres mil y una. Y si ves que ya no hay fuerzas para levantarte, entonces hazlo, apóyate en las personas que te quieren, todo será más fácil. 
Siempre estás en los peores momentos y siempre tienes una sonrisa que regalarme. Por eso, yo también quiero hacer lo mismo contigo, porque aparte de que te lo mereces y de que te quiero mucho mucho, te lo debo por tantas veces que me has sacado una sonrisa. Because you make me rise when I fall…



Los dos sabemos que no, que esta vida no es nada fácil, pero cuesta menos si tenemos al lado a esa persona que te alegra el día, cada momento. Porque aunque no pueda arreglar tus problemas, puedo hacer que sean menos duros. Y sé que es fácil caerse y difícil levantarse. Sí, pero con dos piernas, con cuatro es muy fácil.

martes, 19 de julio de 2011

Vacunada contra el miedo.

Y necesito huir. Huir de esas  lágrimas. Huir de ese miedo. De los recuerdos.
Y se me empañan los ojos. Y no puedo ver más allá.
Y duele.
Y caen. Caen rápidas, veloces, vengativas. Caen arañando mis mejillas, caen rozando mis labios suavemente. Como meciéndolos dolorosamente.
Pero no puedo irme ahora. Ahora que he llegado hasta aquí. Tengo que seguir. Cruzar esa puerta.
Esa puerta.
Intento pensar en positivo. Sonreír.
Pero es que llevo tanto tiempo sin ser yo misma que he olvidado hasta como solía sonreír.
En fin.
Las consecuencias de algo que no has pedido.
No lo pienso dos veces. Entro.
Todo huele a limpio y a lavanda. Pero con un no sé qué de falso.
Paredes encuadradas en recuerdos abatidos. Y, al final de todo, invierno. 



“Al principio lloras todas las noches. No sabes por qué. Intentas buscar una explicación.
Pero no la hay. Simplemente, es así.
Y solo tienes una salida: Seguir.
Porque no puedes rendirte. No. Esa opción no está disponible.
Pero en ese momento lo ves todo tan difícil, tan lejos.
Se rompen todos tus planes, olvidas aquel sueño infantil, duermes mal, comes sin hambre… pero eso solo es al principio.
Después te das cuenta de que no puedes dejar de sonreír.  Porque si dejas de sonreír, pierdes. Y si pierdes, se acabó todo.
Entonces te levantas de la cama, con mucho cuidado de no caer los goteros. Todavía es de noche. Te sigue costando dormir.
Está lloviendo y de lo último que tienes ganas es de sonreír.
Echas de menos esa sonrisa tuya. Sí, algún día la recuperarás.
Pero, ¿por qué no? Mañana. Mañana la recuperarás.
Sí. Porque, en el fondo, estás cansada de esa sonrisa falsa. Porque mañana está más cerca que Mayo. Y necesitas esa sonrisa. Y, simplemente, porque ellos también la necesitan.
Como cuando te sonríen, sin saber muy bien qué decir, intentando animarte de cualquier manera. Pero, aunque no se den cuenta, ya lo han hecho.”

                              

No sé.
Tampoco ha pasado mucho tiempo desde que abandonaste el temblor de manos habitual.
Y, en el fondo, nunca llegas a asumirlo.
Pero ahora es más fácil. Ahora, simplemente, ya ha pasado lo peor.
Todo va a terminar. Queda menos.
Y todo volverá a ser como antes. Bueno, no. Miento.
Será mejor, muchísimo mejor.

domingo, 17 de julio de 2011

Rebobinar.

Algunos días, todo te sale bien.

En esos momentos te sientes invencible. Cuando nada se interpone entre tú y ser la reina del universo. Pero nunca dura mucho porque la madre naturaleza está ahí para ponerte en tu sitio. 
Sí, le encanta recordarte que no eres la reina ni de tus propios impulsos y mucho menos del universo.
Te equivocas. Encuentras esa piedra cada dos por tres. A cada paso que das. Como si la hubieran colocado allí. A propósito. Y te equivocas.
Pero, a veces, por mucho que te esfuerces, no puedes dar marcha atrás. No puedes volver atrás. No puedes apretar el botón de rebobinar. Por mucho que te esfuerces, una vez que has hecho algo mal, has hecho algo mal. 
Te rondará el resto de tu vida. Estará ahí cuando te acuestes y cuando te levantes. 
Alguien ha olvidado que la  vida no tiene un gran botón de rebobinar.

Ojalá la vida tuviera botón de rebobinar. Pero no lo tiene.