martes, 19 de julio de 2011

Vacunada contra el miedo.

Y necesito huir. Huir de esas  lágrimas. Huir de ese miedo. De los recuerdos.
Y se me empañan los ojos. Y no puedo ver más allá.
Y duele.
Y caen. Caen rápidas, veloces, vengativas. Caen arañando mis mejillas, caen rozando mis labios suavemente. Como meciéndolos dolorosamente.
Pero no puedo irme ahora. Ahora que he llegado hasta aquí. Tengo que seguir. Cruzar esa puerta.
Esa puerta.
Intento pensar en positivo. Sonreír.
Pero es que llevo tanto tiempo sin ser yo misma que he olvidado hasta como solía sonreír.
En fin.
Las consecuencias de algo que no has pedido.
No lo pienso dos veces. Entro.
Todo huele a limpio y a lavanda. Pero con un no sé qué de falso.
Paredes encuadradas en recuerdos abatidos. Y, al final de todo, invierno. 



“Al principio lloras todas las noches. No sabes por qué. Intentas buscar una explicación.
Pero no la hay. Simplemente, es así.
Y solo tienes una salida: Seguir.
Porque no puedes rendirte. No. Esa opción no está disponible.
Pero en ese momento lo ves todo tan difícil, tan lejos.
Se rompen todos tus planes, olvidas aquel sueño infantil, duermes mal, comes sin hambre… pero eso solo es al principio.
Después te das cuenta de que no puedes dejar de sonreír.  Porque si dejas de sonreír, pierdes. Y si pierdes, se acabó todo.
Entonces te levantas de la cama, con mucho cuidado de no caer los goteros. Todavía es de noche. Te sigue costando dormir.
Está lloviendo y de lo último que tienes ganas es de sonreír.
Echas de menos esa sonrisa tuya. Sí, algún día la recuperarás.
Pero, ¿por qué no? Mañana. Mañana la recuperarás.
Sí. Porque, en el fondo, estás cansada de esa sonrisa falsa. Porque mañana está más cerca que Mayo. Y necesitas esa sonrisa. Y, simplemente, porque ellos también la necesitan.
Como cuando te sonríen, sin saber muy bien qué decir, intentando animarte de cualquier manera. Pero, aunque no se den cuenta, ya lo han hecho.”

                              

No sé.
Tampoco ha pasado mucho tiempo desde que abandonaste el temblor de manos habitual.
Y, en el fondo, nunca llegas a asumirlo.
Pero ahora es más fácil. Ahora, simplemente, ya ha pasado lo peor.
Todo va a terminar. Queda menos.
Y todo volverá a ser como antes. Bueno, no. Miento.
Será mejor, muchísimo mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario