lunes, 28 de noviembre de 2011

Besugón.

~. Voy a matar a mou, wiiiii :)

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Es la persona más cabezota que conozco, y mira que conozco, incluso me incluyo. Su orgullo y (atento al dato) su HIPOCRESIA, influyen a la hora de cometer fallos, a veces, imperdonables. Pero, todos cometemos errores, ¿no? Claro que hay errores y ERRORES, obviamente. Con esto no intento justificarle ni rebajar el calor que hace en esas habitaciones, esa tensión que fluye en el ambiente al son de los pasos desencadenados de hace ya unas dos semanas. Pero, tenéis que entenderme. Es uno de mis mejores amigos y siempre voy a intentar ayudarle, aunque solo sea para que no cometa los mismos errores que yo cometí en su día. Os aseguro que el peso de algunas de estas cadenas las sigo arrastrando por los pasillos oscuros de Noviembre.
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Todos pasamos una o dos noches en el lado oscuro y después nos arrepentimos. Os aseguro que a él le pasa lo mismo. Solo quiero protegerle. Es inmaduro, sí. Pero a nuestra edad, quién no lo es. Es irresponsable, y alguna que otra vez tiene un “qué hostia tienes” ;) En serio, no sabéis lo que es tenerle al lado 8 horas al día mínimo, de Lunes a Domingo, con sus paranoyas, con sus criticas enfundadas algunas de ellas en verdades, con sus remolinos en el pelo y con su “Ains” que me ha copiado. Lo que os aseguro es que es de esas personas que es mejor no tenerle como enemigo porque tiene mucho juego. Además, esas tardes a su lado, esas llamadas llorando, pidiendo ayuda, esas natillas con lacasitos, etc. no se las podré pagar nunca. En resumidas cuentas, que me ha dado por hacerte un blog, querido viejo amigo mundo.
~. Me encanta^^
Lo sé, por eso lo pongo besugón mío, por esas mil aletadas que no son muchas pero en 14 años que te conozco son inmejorables. Gracias por todo pero por T.O.D.O. con mayúsculas. Eres especial, más de lo que muchos creen.
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~. Bar, tú de mayor estatua.
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Te quiere, tu mejoramiga, bar :)

Pues, yo a ti, ni agua.

Quiero que sepas que ya me esperaba que esto ocurriera y que no pasa nada, sólo me das la razón. He estado aprendiendo de cada momento que he pasado contigo y pienso aplicar contra ti tus propias tácticas sucias de derribo, que también he sacado algo bueno de todo este enredo.
Y quiero que sepas que espero que acabes colgado de un pino, cuando veas lo gilipollas que has sido, cuando veas que lo has hecho todo fatal.


N.

Todo ocurre por alguna razón.

Algunas veces las personas llegan a nuestras vidas y rápidamente nos damos cuenta de que esto pasa porque debe de ser así, para alcanzar un propósito, para enseñar una lección, para descubrir quiénes somos en realidad, para enseñarnos lo que deseamos alcanzar. Tú no sabes quienes son exactamente estas personas, pero cuando fijas tus ojos en ellos sabes y comprendes que ellos afectarán en tu vida de una manera profunda.
Algunas veces te pasan cosas horribles, dolorosas e injustas, pero en realidad entiendes que sino hubieras superado estas cosas nunca hubieras descubierto tu fuerza, o lo valiente que puedes llegar a ser. Todo pasa por una razón en la vida. Nada sucede por casualidad o por la suerte. Enfermedades, heridas, el amor, momentos perdidos de grandeza o de tonterías. Todo ocurre para probar tus límites. Porque sin estas pequeñas pruebas la vida sería como una carretera recién emparentada, suave, recta y aburrida.



sábado, 26 de noviembre de 2011

Perdón por ser humana.


Mira que me advertiste que tu amor era ciego y yo haciendo oídos sordos.

Noche fría. Noche de escaleras. Noche con un par de luces en el cielo. Mi cuerpo a orillas de una verdad a medias, sentirse heroína de una historia en la que varios son los protagonistas, y bajar la mirada ante una verdad incómoda, aferrada a papeles en los que solo hay mentiras escritas de manera suave, hermosa; engañando a los sentidos. Una noche en la que todos llevan máscaras, y sentirse invisible y sola ante personas que ríen y bailan está fuera de lugar; sentir que esa historia tan solo fue un espejismo al igual que las persona que la protagonizaban, y despertar en tu cama, sudando, respirando fuerte, perdida en la inmensidad de la propia vida, entre varias personas que intentan cazarte, acechando, siempre acechando...
Ir más allá, pensar en un “por qué” que tal vez no existe. Volver la mirada atrás y recordar la clase de persona que eras; de la cual, tan solo quedan ya los escombros. “Me queda poco para volver”- piensas, pero tú misma sabes que se acaba el tiempo y tras él, no habrá vuelta atrás. Mirar atrás, segundo a segundo, tu fuerza, tu seguridad, tu mirada dura y fría... y encontrarse con la nada.
De frente.
Duro. Triste. Anhelando lo poco que queda de ti, en el último suspiro de media noche, en la luna que susurra lentamente que la calma es caprichosa, que la normalidad nunca ha existido y que esas noches sin frenos no ocurrieron en el mundo real.
¿Duele?
Duele.
Pero no me dejo vencer.
Sufres, escuchas canciones que te mandan al más profundo pozo y la tumba que estabas cavando para ti misma. Pretendes lanzarte dentro, para desaparecer. Pero en el último segundo piensas y te dices a ti misma “¿Enserio? Soy fuerte. Sé abrazar, sé pedir perdón. ¿Sé perdonar? Sé perdonar... Y en eso de olvidar tengo matrícula de honor. Me hablan de dolor, me hablan de sufrimiento y me hablan de indiferencia. Seco lágrimas ajenas sin intención de que nadie me las seque a mí. Soy fuerte, y quizás eso les asuste.” Y te tiembla la voz cuando el frío que siento deberían sentirlo otras personas. Pero me siento bien conmigo misma. Soy feliz, más que antes. Me faltan cosas, trozos de mí y personas que fueron importantes alguna vez. Pero yo no elegí irme, me obligaron a desaparecer. Mientras, en tu cabeza, se repite continuamente “Habéis cambiado, no sois los mismos”. No, yo no he cambiado. Ellos no han cambiado. Simplemente, hemos madurado. Hemos despertado como el fuego que me calienta las manos antes de escribir con tinta invisible palabras desencadenadas {nmsohecd}. No lo entiendes, ¿Verdad? Soy la única que puede leerlas. Y te das cuenta de que todo cambia. Nuestra conversación se enfría y ya son más de las tres. Quizás la respuesta a la pregunta sea distinta, quizás debas darle la vuelta… ¿Qué te ha pasado a ti?


Never.

Cuando las personas padecen una enfermedad buscan un “por qué”. Incluso los médicos lo hacen. Quizás, la causa fuese el tabaco, la comida. Quizás, fuese hereditario, o quizás la culpa la tuvieran esas tardes con la botella de Negrita en la mano.

Pero no lo hay. Simplemente, te ha tocado a ti, una experiencia más que añadir a tu estructura mental. Y no encontrar ese “por qué” te acaba matando. Si hubiera un culpable descargarías todo tu odio sobre él, buscarías hacerle daño, su ruina. Pero no lo hay.

martes, 22 de noviembre de 2011

Viejo, solo y acabado.

Hoy he decidido que es la última vez que hablaré de ti. No mereces algo tan bueno viniendo de mí. He aprendido que si das la mano te agarran el brazo. Ya no, he cambiado. ¿Para bien? ¿Para mal? Eso decídelo tú. De hecho, ninguno somos el malo de nuestro cuento. Siempre el malo es el otro, el que altera nuestros planes, aunque por una vez ese otro tenga razón. Nunca vemos nuestros fallos, y no valoramos lo que tenemos. Pero... ¿por qué generalizo? En fin. Mírate, no eres nada. Simplemente, un trapo sucio en un armario lleno de polvo. Mientes, y te ahogas en cada una de tus mentiras bajo el frío invierno que está por llegar.
¿Sabes qué? Un amigo mío tiene razón. Es un gato y lleva botas. Sin olvidarnos de su sombrero y ese cinturón que desafía con su espada. Siempre dice que va a pasar algo, que va a haber guerra. Pero no lo olvides, amigo mío: Nosotros siempre somos los malos.

La falsedad aumenta por momentos, al tiempo que no somos capaces de mentirnos a nosotros mismos. Tú no eres el narrador de esta historia. Tampoco yo, ni mi buen amigo. Por supuesto que vas a ganar.  Claro que yo no voy a perder. Seremos vencedores de nuestra propia historia. Pero te aseguro una cosa, nosotros lo haremos con honor. Es algo que siempre nos ha caracterizado. Por la espalda no se ganan batallas justas, realmente así no vencerás a nadie. ¿Qué tu ejército es más poderoso que el mío? Pero no ves que en el mío nos queremos de verdad, nos protegemos unos a otros y cuidamos nuestras espaldas... ais, cierto que no sabes lo que es una amistad verdadera. Lástima. ¿Qué tus armas son mejores? Já, me río. Ya has perdido.

En definitiva, te declaro la guerra viejo amigo mundo. La batalla ha comenzado.

Tan oscuro como la boca del lobo.

Una de las habilidades más increíbles de la especie humana es el poder de mentir. Ya sea para algo bueno o malo. Como beneficio o supervivencia manipulamos la verdad. Es una capacidad que aprendemos temprano y que perfeccionamos con el tiempo. Engañamos a nuestros padres, a nuestros profesores, a nuestros amigos, incluso a nosotros mismos. Nos decimos que hemos perdido peso, que hemos dejado de fumar, que ya no volveremos a probar el vodka negro, que en realidad somos muy buenas personas.  Y, ¿qué pasa cuando no conseguimos engañarnos a nosotros mismos? Qué pasa cuando no podemos convencernos de que en el fondo no somos lo que sale en las pesadillas.

No somos como ellos.



Antes quería ser como ellos. Les envidiaba. Sus gestos, sus actos, cada palabra y la forma de vestir. Envidiaba cada amigo que tenían, cada botellón que hacían, cada broma que gastaban y cada beso que robaban. Hoy me he dado cuenta de que para ser como ellos tengo que olvidar todo lo que soy, ponerme una careta y fingir ser todo lo que ellos son. Y al pensar eso,  he sonreído pues me he dado cuenta de que ellos deberían envidiarme a mí, a nosotros, porque ellos nunca tendrán lo que nosotros tenemos. Y, puestos a elegir, no quiero más sonrisas falsas.

domingo, 20 de noviembre de 2011

wellcome, veintiuno.

Hola, solo quiero decirte que te quiero.


Me encanta cuando me miras y me dices que me quieres, o aún más cuando dices que me amas. Siento que me derrito, que me resbalo entre tu piel. Por cierto, me encantan tus labios, o mejor dicho, tus besos. Rozarlos, saboreando el desesperado sentido de tu falta durante horas. ¿Desaparecido? ¿Escondido quizás? Mientras, mi cabeza te repite en voz alta, sin importarle las declinaciones ni las desinencias de la memoria de una lengua. Resuena con esa voz palpitante, llenando mis venas con recuerdos de la tarde anterior. No podría perderme tu sonrisa, eso sí es un pecado aunque me queme en tus cenizas. Y sí, te echo de menos. Ahora, luego, mañana. Extraño tu olor, tu voz. Bueno, tampoco vamos a engañarnos, echo de menos que me cojas, que me molestes o que me tires al suelo para hacerme cosquillas. No puedo negar que no eche de menos como me atraes hacia tu cintura. Cuando al oír tu voz no pueda quitarme esa sonrisa tan inocente, esté feliz o no. Cuando todas las canciones de amor  hablan de él, que el aullido de los lobos se confunde con tus rugidos de leona. Que las ganas de perderme entre tus besos se me quedan cortas. Que el 8 es mi número de la suerte, pero el “nueve” hoy me atrae más.  Es increíble como tienes la capacidad de rozarme el alma cuando estás cerca de mí. La cosa es: ¿cómo puedes decirle a alguien que le quieres cuando realmente le quieres? Creo que todavía no se han inventado sentimientos, ni palabras nuevas. Te has apoderado de mis sueños, de mis pensamientos. Y cuando me pierdo en tu mirada me vuelvo loca; cuando rozo tu piel, cuando me sonríes, cuando escucho tu respiración, cuando apareces ante mí, mi corazón late en un último suspiro volviendo al principio de esta historia. Es que ni te lo imaginas, ni yo me lo creo. Pero agárrame la mano, no me sueltes jamás. Cógeme y llévame hasta el infinito.  Vamos lejos, más allá de donde crees. Quizás nos perdamos, pero si me pierdo, será contigo. No quiero pensar en las consecuencias, no quiero pensar lo que pasará mañana, ni tampoco lo que pasó ayer. Lo que pasó, pasó y lo que pasará, pasará. Me da igual lo que pase, lo único que quiero es que pase contigo, nadie más, porque eres lo esencial en mi vida y tú eres de las pocas personas que destaca en ella.

martes, 15 de noviembre de 2011

Hoy tengo ganas de comerme el mundo.

Me gusta el olor a Stylius. Me gusta estar tranquila, tirada en mi cama. Me encanta el verano. Me gusta el olor a lluvia, pero no que llueva. Me gusta mirar a la gente. Me encanta reírme. Me gusta hacer el tonto, hasta llorar. Odio cenar mucho. Me encanta ayudar a la gente que sé que esta triste. Me encanta cantar, tocar el piano.
Me río cuando intento mentir. Incapaz de vengarme. Amo las películas de miedo, aunque luego me dé miedo mi casa. Amo la ensalada de pasta. Sí, me he dejado alguna que otra vez las llaves en el frigorífico. Soy despistada, creo que ya ha quedado claro. Odio tener que esperar a la gente. Me encantan los lacasitos. Duermo mirando hacia la pared, sino NO DUERMO!
Tengo mis manías. Me encanta estar en la playa, cerrar los ojos y oír el mar. Quiero una sudadera DC. Mi color preferido es el azul eléctrico. Pienso que cuando estamos felices, algo llega y lo estropea. Me gusta la pasta, y las noches de verano. Me gusta leer. Me encanta pasar el tiempo con mis amigos, haciendo cualquier tontería. Me paso escuchando música  todo el día. A veces odio a Eminen, bueno, más bien, una de sus canciones. No me puedo creer que algunas personas sean tan falsas.
Cuando estoy sola en casa, siempre pienso que hay alguien más. Me gusta pintarme las uñas, pero nunca lo hago. Cuando estoy en clase, saco mi agenda, y me pongo a dibujarla.  Pienso que todo lo bueno llega, y todo lo bueno se acaba. Soy organizada. Aprendo de experiencias ajenas. Odio la sensación de cuando te pillan. Me encanta escribir. Me gusta hacer locuras con Lii, inventar nuevos planes infalibles con Carmen. Me gusta dormir, pero hay noches que es mejor trasnochar. Lloro fácilmente. Soy instintiva. Si tuviese valor, le daría un par de ostias a quienes me han puteado. Amo a un tal “Martins”. Me pasaría todo el tiempo del mundo con él.
Soy una chica con suerte. ¿Por qué? Mira los amigos que tengo :)
Casi siempre consigo lo que me propongo aunque no siempre cuando quiero. Me gustan las sonrisas, los abrazos, las caricias. Me gustan los domingos en el sofá, las sesiones de fotos, las tardes haciendo el loco. Me gusta reír hasta que todos a tu alrededor se te queden mirando, pero odio ser el centro de atención.  Me gusta gritar hasta quedarme sin voz, disfrutar de un nuevo día. Me gustan los charcos. Me gusta viajar, recorrerme la ciudad sin frenos. Y me gustan las pequeñas cosas que nos hacen grandes.
Soy estúpida, y un poco patética. Nací con aire en las neuronas. Me suelo enparanoyar fácilmente. Me encantaría ser actriz. Cuando me enfado, mejor tenerme lejos. Estoy harta de tonterías de niños chicos, pero luego soy una cría. Ojalá tuviera una máquina que me llevara al pasado. La peor sensación es agobiarse. Me encanta saber que tengo a personas que me quieren a mi alrededor. Y que ellos sepan que me tendrán siempre a su lado para vestirme de psicóloga.

Hola, no nos han presentado. Me llamo Bar, encantada.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Está prohibido ser un borreguito sin personalidad.

Cierto, es realmente complicado ser como todos esperan que seas. Habiendo tantos criterios y maneras de pensar. Lógicamente no podemos dar gusto a todos. Nadie es perfecto por suerte. Si hoy falla ella, fallarás tú mañana, tenlo por seguro. Por lo tanto, nunca critiques sin tener una base de conocimiento certero sobre esa persona. Cree, únicamente lo que veas. Confía, en quien merezca tal confianza. Pero aprende a perdonar. Ya que cualquiera puede equivocarse. Ten en cuenta, que un "lo siento" verdadero, es innegable perdonar. Ante todo, no olvides ser valiente. Defiéndete con uñas y dientes. Saca fuerza de donde no haya. Y ante todo, sigue sonriendo. Que no noten el más mínimo desequilibrio. Eres fuerte.
-Ya lo creo.

Y sobretodo, demuestra que tú no eres como los demás quieren que seas.
Tú eres distinto. Eres simplemente tú.


Mi sueño en pequeños frascos de instantes.


El sueño de cualquier persona no es tenerlo todo, si no disfrutar de lo que tiene. En definitiva, disfrutar de la vida, de la rutina, de tus amigos, de tu novio, de tu novia, de tu familia, de tu portátil, de tu casa, de tu tele y de aquella película que visteis los dos juntos en el sofá de tu casa mientras las ideas disparatadas ejercen fuerza sobre nuestra piel. Disfrutar de esas horas montando tu casita de muñecas, de esos disfraces imposibles en tu cabeza, de las sonrisas que te regalan, de esos abrazos, de esas palabras de ánimo, de tus pingüinos amarillos, de las canciones que significaron algo en tu vida. Sí, a veces no nos damos cuenta de lo que significan las canciones. Las escuchamos y repetimos la letra sin entenderla, hasta que, un buen día, te paras y piensas: “¡Es verdad! quiere decir tal…”. Pero, entonces, esa canción no la escucha nadie… y, ¿qué más da? Lo que importa es lo que significan para ti, porque las mejores canciones son esas que te reviven el momento en el cual las escuchaste por primera vez. Disfrutar de su cara, de tus locuras, de esas noches, de las sábanas recién desechas, de los pijamas mal puestos, de los perritos calientes que te comes con tus amigos en vuestro parque, de los partidos de fútbol con tu camiseta de España y pintura en la cara, de esos tacones de aguja y de los vestidos de noche, del maquillaje, de tus coloretes, de esa tarde buscando el mejor vestido para que él te vea guapa, de ese banco, de sus besos, de las cosquillas, de las tartas de donuts, del deseo, del “tú y yo”, del “nosotros”, de las fiestas y las cenas en tu terraza, de tu sonrisa y de tus pestañas infinitas, de aquella noche depilando a tus amigos, de los masajes, del césped, del “eres solo mía”, del helado de chocolate, de las tortitas, de los peluches, de los soportales, del último beso cada noche al despedirte, de tu miedo a los perros que te miran con cara de asesinos, de las sesiones de fotos y tu cámara, del “asume que te quiero”, de las 15:15, del teléfono, de tu cama, de su cama, de sus mensajes, de los ojos de plata, de tus dinosaurios, de esos libros, de tu voz, de la guitarra, de tus gafas de sol, de las estrellas que tapas con tus dedos, de los deseos, de la piscina de olas, de los barbos, de los besugos, de la prima sepia, del Carrefour, del Mercadona, de Menacho, de los jumpers, de la colonia de Ale, del olor a Stylius, de la colonia de Tous, del dinero, de tu móvil-mp4, de la Wii, de la PSP, de la pasta, del azul eléctrico, del jamón serrano, del euro del Macdonald, de tu reflejo, de tu orgullo, de los lacasitos, de la ensalada de pasta, de las cerezas, del agüita, del Nestea, de la limonada, de las pequeñas cosas que nos hacen grandes. Pero, en ocasiones, cuando el aire falta, cuando sentimos cómo nuestros sueños se  descomponen, llegan a nuestras vidas recuerdos de instantes pasados, instantes que nos llenaron de sonrisas. Y nos damos cuenta de que, en ocasiones, dejamos pasar la vida por complicaciones o, simplemente, por orgullo. Por eso, a partir de ahora, a partir de este preciso momento voy a disfrutar. Disfrutar de las caricias, de los domingos en el sofá, de las tardes haciendo el loco, de mi risa y de la tuya, de los charcos, de la lluvia, de los viajes, de cada día. En definitiva, disfrutar de todo lo que tengas. ¿Por qué? porque esa es la mejor manera de vivir.

martes, 8 de noviembre de 2011

Beautiful.

No quiero que el muro de Berlín nos separe. Quizás las palabras no valgan para levantar los muros derruidos del castillos de Sant Angelo. Quizás una mirada baste para levantar las cuerdas del títere.
"Quizás yo ya no sea tan importante en esta película"
Te equivocas. Eres la protagonista, no la amiga de la protagonista. Eres tú, no una sombra más entre el barullo de las farolas. Esta noche hace frío y mi cama está vacía. Las horas del reloj cuentan en mi taza de chocolate y su sonrisa está guardada en papel arbal para conservarla fresca, para mantenerla segura como si temiera perderla.

Lo siento, querida desconocida. Este es el principio de tu gran final.