lunes, 10 de febrero de 2014

Siete poderes.

     Y entonces te das cuenta de que no todo el mundo vale para lo mismo en tu vida. Que hay personas que no dan nada y no valen nada. Hace mucho tiempo aprendí que las palabras tienen la importancia que tú les das. Ni más ni menos. Y que vuelan, vuelan lejos y se esfuman entre la brisa quemándose poco a poco al rozar los rayos del sol, caducándose.
     Nunca quise terminar las despedidas. De hecho, nunca me gustaron. Pero hoy es el frío el que impone sus reglas. Quizás me equivoco al dejar fluir mis pensamientos a la intensidad con que corren por mis venas pero si los sentimientos fueron alguna vez claros, creo que ya es hora de servirlos en bandeja.
      Siempre supe que "dos no hacen, si uno no quiere". El problema es... que yo siempre quería. Eso sí, siempre nos quedará el consuelo de que al final quedaremos los que siempre fuimos.

#SietePoderes

domingo, 9 de febrero de 2014

El tiempo, que solo nos roba tiempo.

     Entonces me di cuenta de que no puedes pedirle a un médico que tenga el diagnóstico exacto al ver al paciente. Nada en la vida sucede tan rápido. No podemos pedir que ellos rompan la regla. Supongo que buscar un culpable siempre es un gran alivio. Saber que tú has hecho lo que has podido, que el destino de una persona ya no está en tus manos, sino en las suyas.  Y el miedo a perder aquello que queremos es el que nos hace buscar culpables. Es más fácil que reconocer nuestros errores, piensan algunos. Pero lo que no tenemos en cuenta es que el tiempo corre en nuestra contra...
No siempre hay un motivo, no siempre hay un culpable. A veces las cosas suceden porque tienen que pasar, porque es lo que debe ser. Porque así es mejor. E ignoramos el tiempo. Creemos poseerlo. Al fin y al cabo hemos llegado a la luna, ¿por qué no parar el tiempo? Pero la solución no está en detener las manecillas del reloj. A veces, la solución está en uno mismo.


Despierta, el mundo llama a tu puerta.

    El mundo sigue girando, no se detiene. Aunque te escondas, aunque huyas de él... seguirá ahí cuando despiertes. Imponente, inexpugnable. Seguirá esperando a nuestros miedos, a que desaparezcan, a que se evaporen y volvamos a la luz... pero no estará ahí para siempre.
    Un día desaparecerá de tus ojos, te será negada la vista de sus calles desgastadas por el tiempo, de sus paisajes remodelados y será el momento en el que eches de menos. Quizás, por última vez.