lunes, 26 de marzo de 2012

Hagamos como si fuéramos y acabaremos siendo.

Debe ser duro amar a alguien y saber que nunca podrás estar con él; que no podrás mirarle a los ojos y saber lo que significa un "te quiero" de sus labios y el efecto que tendrá en ti. Saber que nunca podrás rozarlos. Saber que nunca entenderás lo que es levantarse por la mañana, mirar al lado y verlo a él, bostezando, sonriendo y dándote un abrazo. Preguntarte una y otra vez: ¿Dónde estará ahora? ¿Qué estará haciendo? ¿Con quién?. Y sentir ese silencio de esas estrellas entrometidas unido al ruido molesto de unas lágrimas agotadas. Pero aún debe ser más duro saber que nunca lo sabrá, y ya no por cuestiones físicas sino porque es imposible. Simplemente, es imposible. Y esta vez no vale "Lo difícil se hace, lo imposible se consigue". No, esta vez tienes que asumirlo. Nunca podría imaginar lo que supone estar a su lado, sentir como tu respiración se corta y las células de tu cuerpo dan paso a un sudor frío y eterno, sentir como se te seca la boca y haces el mayor ridículo del mundo, mientras le ves alejarse sabiendo que nunca será tuyo. Y admitir que solo puedes soñar es aún peor.
Pero un día despiertas y te das cuenta de que el tiempo corre en tu contra, las nubes pasan rápido, y todavía estás buscando una respuesta, un porqué, un simple porqué, cualquier porqué. Pero sabes que puedes encontrar de todo: un par de amigos que te ayuden, una sonrisa tras un refresco, una rosa en un buzón. Todo... excepto un porqué.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Lluvia de Verano.

Decían que era Primavera, que las flores oscurecían a su paso y los castillos del Norte chirriaban. Decían que nunca encontraría un cuento mejor donde esconderse y que el Otoño le asustaba. Bueno, decían tantas cosas de ella. Nunca supe muy bien su suerte ni su paradero pero siempre la quise. Incluso cuando se perdió en los ojos grises se aquel audaz marine. Quizás nunca supo de mi existencia o fui un simple soplo de aire. Solo ella lo sabe. Y, una tarde, ocurrió. Recuerdo ese día como una lluvia de verano. Rápido. Todo pasaba rápido. Día tras día. Lo tenía todo, le amaba y le tenía. Ignoraba todo los problemas del ‘mundo exterior’. Ese ‘mundo exterior’ que siempre acaba por estropearnos por dentro y nos pone en duda. Incluso yo acabé dudando. Y entonces...lluvia de verano. ¿Sabes lo que es “lluvia de verano”? Sí, un día de esos días que todo parece ir normal y de repente sucede. Sí, típicos días que rompen las reglas, que arrasan con todo el pasado y que acabaron ahogando sus sueños. Así, ciertas lluvias de verano se anclan en nosotros como un nuevo corazón que late al unísono del otro. Y, entonces, ocurrió. Mientras él la dejaba abandonada, inerte entre sus sentimientos arrancados sin previo aviso, me miró. Y solo fueron cinco segundos mal contados. Pero me miró. Y te aseguro que nunca lo tuve tan claro. Pero, Lucía se levantó. Recogió sus sentimientos del suelo y se marchó intentando recolocarlos. Y lo entendí. No era el momento, pero llegaría. Esa mirada me lo dijo. Y buscando alguna florecita que alegrase su buzón, encontré su corazón tirado en el suelo, roto, sucio, lleno de polvo. Desquebrajado. Y llovió. Aquella noche llovió y no solo dentro de ella, también fuera, en la calle, bajo la capa de nubes negras.  Intenté arreglar su corazón toda la noche, pero ni el pegamento ni el celo podían pegarlo.
Pasaron semanas, meses. La cuenta la perdí junto a mis gastos por arreglar aquel pequeño corazón malherido, oscurecido a pesar de tener restos de su color natural. Pero el dolor era fuerte. Y la distancia aún más. Decían que ya no era ella, que su voz había cambiado, que sus ojos ya no eclipsaban y su sonrisa no amanecía. En cierto modo, podía llegar a saber lo que sentía pues, al fin y al cabo, tenía su corazón encima de la mesita. Una noche, cuando su corazón asomaba más plateado, decidí ir a buscarla y devolvérselo. Me asomé a su balcón y le pedí a las estrellas que susurraran su nombre. Ella apareció, con un camisón azul, tan guapa como mi “yo” interior podía llegar a entender.
- Rui, ¿qué haces aquí?
- Baja un momento. Tengo una sorpresa.
Me gustaría decir que solo fueron cinco minutos los que tardó en bajar, pero mi subconsciente mentiría: fueron cuatro años. Abrió la puerta y me asomé a sus ojos, y al verme reflejado en ellos, me sentí con fuerzas.
- Rui, ¿qué pasa?
- Toma- le dije mientras cogía sus manos y posaba en ella su “pequeño” corazón. Parecía estar recobrando su color plateado y comenzaba a brillar más a menudo.- Lo he cuidado para ti. Creo que ya era hora de que lo recuperaras.
-  Creí que él se lo había llevado aquel día. Supongo que gracias.
La miré una última vez, y me marché camino cuesta arriba. No volví a mirar, pero sé que se quedó contemplándome mientras desaparecía entre los viejos edificios. Y, podría afirmar, que fue ese día cuando Lucía volvió a brillar.

martes, 20 de marzo de 2012

Sonríe, que todavía no has terminado.

Siempre queremos más y más. Las personas somos así, inconformistas y ambiciosas. Caprichosas. Cuanto más tenemos, más queremos. A lo mejor todo es mucho más simple de lo que parece. Mucho más... sencillo. Sin tantas ramas por las que perderse ni callejones por donde recrearte para enrevesar aún más la movida que tú misma te estás montando.  Las ramas en nuestra mente serían equivalentes a "por qués" sin ningún tipo de respuesta. Y de tanto repetir, dicen que con los pies fríos no se piensa bien. En realidad, es muy fácil. Simplemente, con adentrarte un poco en tu piel puedes encontrar aquella tarde de verano en la que comprendiste que no eras tú, sino él. Y si vas más allá, verás la noche en la que decidisteis ser estúpidas incomprendidas. O aquel día en el que los mirastes y pensaste "Les debo mucho". Y áun hay más, mucho más. Y entonces lo sientes, lo sabes. Es difícil de explicar. No es normal. Es una sensación complicada, con efecto. Aunque, en el fondo, es una tontería. Pero disfrutas de esas pequeñas tonterías porque, simplemente, te hacen feliz y eso es lo único que necesitas ahora.

sábado, 17 de marzo de 2012

Tú puedes ser tan feliz como te permitas a ti mismo serlo.

No eres perfecto amigo. Y voy a ahorrarte el suspense... la chica que conociste tampoco es perfecta. Lo único que importa es si sois perfectos como pareja. Nosotros escogemos a quién dejamos entrar en nuestro mundo. He lamentado cosas, pero ni un solo día de los que pasé con ella.
(El indomable)


El indomable.

- Estuve pensando en lo que me dijiste el otro día, sobre mi pintura. Me pasé casi toda la noche pensando, y se me ocurrió una idea, luego caí en un sueño plácido y no he vuelto a penar en ti.
¿Sabes qué se me ocurrió?
-No.
-Que eres un crío y que en realidad no tienes ni idea de lo que hablas...
-Vaya, gracias.
-Es normal, nunca has salido de Boston.
-No.
-Si te pregunto algo sobre arte me responderás con datos sobre todos los libros que se han escrito. Miguel Ángel… lo sabes todo, vida y obra, aspiraciones políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual, lo que haga falta... Pero tú no puedes decirme como huele la Capilla Sixtina, nunca has estado allí y has contemplado ese hermoso techo. No lo has visto…



Si te pregunto por las mujeres supongo que me darás una lista de tus favoritas, puede que hayas echado unos cuantos polvos, pero no puedes decirme que se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad...
Eres duro. Si te pregunto por la guerra probablemente citarás algo de Shakespeare: "De nuevo en la brecha amigos míos" Pero no has estado en ninguna, nunca has sostenido a tu mejor amigo entre tus brazos esperando tu ayuda mientras exhala su último suspiro.
Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto, pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable, ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios a puesto un ángel en la tierra para ti, para que te rescate de los pozos del infierno, ni qué se siente al ser su ángel y darle tu amor y darlo para siempre y pasar por todo… por el cáncer. No sabes lo que es dormir en un hospital durante 2 meses cogiendo su mano porque los médicos vieron en tus ojos  que el término horario de visitas no iba contigo. No sabes lo que se significa perder a alguien, porque sólo lo sabrás cuando ames a alguien más que a ti mismo. Dudo que te hayas atrevido a amar de ese modo.
Te miro y no veo a un hombre inteligente y confiado. Veo a un chaval creído y cagado de miedo. Eres un genio, Will, eso nadie lo niega. Nadie puede comprender lo que pasa en tu interior. En cambio presumes de saberlo todo de mí porque viste un cuadro y rajaste mi puta vida de arriba a abajo. Eres huérfano, ¿verdad? ¿Crees que sé lo dura y penosa que ha sido tu vida, cómo te sientes, quién eres por haber leído Oliver Twist?, ¿un libro basta para definirte? Personalmente eso me importa una mierda porque, ¿sabes qué? No puedo aprender nada de ti ni leer nada de ti en un maldito libro.
Pero si quieres hablar de ti, de quién eres... Estaré fascinado, a eso me apunto. Pero no quieres hacerlo tienes miedo, te aterroriza decir lo que sientes… Tú mueves chaval.


jueves, 15 de marzo de 2012

Historia a la medianoche.

Creo recordar que tenía un nombre. Pero lo perdí una noche, entre el humo de los cigarrillos mal apagados y los sonetos de una mentira. Dicen que quizás perdí el rumbo entre mis zapatos y ya no llego a la cintura de la mujer a la que ame. Fiel retrato de una musa. Decían que mi nombre era un verso acompasado por miradas con un beso al final de mis comisuras. Entonces, cuando pretendo encontarlo en algún recuerdo, poco a poco,  me desprendo de las ataduras que aprisionan las alas de mi alma y siento como el viento se alía con mi vuelo, sin dirigirlo. Pero solo hasta que escuchaba sus tacones hiriendo el suelo. Y podía detenerme a mirar como el viento lamía los bordes de su vestido negro. Y me quedaba inerte, memorizando cada pliegue de sus labios... Lo sientes. Lo sabías. Sabías que era peligroso, que te habías equivocado de lugar, de tiempo, de modo. Pero daba igual, seguías allí, enfrentándote al peligro, analizando toda la información, bebiendo su imagen, su sonido, todo en ella te hacía feliz pero de repente...

Creo recordar que tenía un nombre. Pero lo perdí una noche, entre el humo de los cigarrillos mal apagados y los sonetos de una mentira. Quizás, algún día lo recuerde. Pero puedo afirmar que ella se lo llevó con un pedazo de mí que nunca llegué a encontrar por la ciudad. Decían que la habían visto con otros, con sus besos de carmín y su mirada traviesa, encauzando las mentiras con su cabello revuelto.
Y creo recordar que tenía un nombre. Y creo... que era Alberto.

domingo, 11 de marzo de 2012

Amor es un verbo que requiere acción.

Por fin he logrado comprender que no sabes que me estás haciendo daño. Tal vez tú lo haces sin querer pero entiende que es difícil soportarlo. Intentando dejar de pensar en ti y ahora, me dices, que tú sientes algo por mí y me pongo nerviosa, no sé qué decir, me quedo pensando si es un sueño o estás aquí. Y te digo que quiero verte reír, que me digas que siempre vas a estar junto a mí. Y te digo que quiero que me des otro beso… pero no estás aquí. No sé si pretendes que te haga caso o te ignore. No sé lo que intentas, que te persiga o te odie. No hago otra cosa que pensar en ti y sé que tú piensas en mí. Pero hoy se acabó. Ya no me llames por favor, no puedes ayudarme. Me encerrare en mi habitación para no ver a nadie.

Pintauñas apagado.

Quisiste salir corriendo, desaparecer sin importarte mucho a dónde ir. Quisiste correr sin detenerte ante nada. Solo buscabas un lugar donde poder llorar pero no encontraste ningún lugar mejor dónde hundirte sola. Estas volviendo a estar igual que antes, al punto exacto donde saltas en ebullición. Pero hoy nadie parece darse cuenta de que tus ojos piden a gritos una sonrisa. Ni siquiera de que has perdido tu luz. Y se olvida de ti, te deja tirada en un rincón, en una estantería del altillo. ¿Sabes cómo me siento? No puedes compararme. Necesito estar… ¿Sola? Pero esa es tu queja, ¿no? Piensas: “estoy bien, qué podría estar mal”. Pero todavía estás esperando a que alguien descuelgue el teléfono y te diga: “no, no lo estás”.

sábado, 10 de marzo de 2012

Sinmigo.

Hoy ha estado sola, a dormitado por las calles oscuras de la ciudad buscando escombros de lo que fue un 7 de Mayo. Ha fingido escuchar los murmullos del tráfico y ha desaparecido entre el humo de las chimeneas de Torla. Ha estado llorando un par de horas escondida entre el miedo y los besos de papel. Ha intentado desaparecer y ha observado atentamente los puentes de la ciudad. Finalmente, ha decidido irse a dar un paseo y comenzar desde cero. Así, sin más. Porque hoy estaba sola y es raro decir esto en una gran ciudad. Ha decidido marcharse, dejarlo todo como está. Sin desordenarlo mucho más, fugarse con la locura y olvidar quién es en un rincón del mundo. Coger el coche, y desaparecer. Adiós, viejo amigo mundo. Se va, para siempre. Y no piensa volver, no quiere volver. Está mejor así. Y ellos estarán mejor sin ella, sin tantas complicaciones ni sin sentidos cotidianos. Y todo será normal, como tiene que ser…

Sonrisa de ramera.

Con su sonrisa de ramera, calentando motores… preparados, listos, ¡YA! Empujando hacia las puertas, encerrados en un cuarto oscuro, celebrando la entrada del nuevo año con una copa de champagne en la mano, derramada por el suelo.  Un  beso con mordisco incluido. Fuera vergüenza, aquí no está invitada. Quema algo, duele. Seduce a sus víctimas. Y entre tantas ganas de comerse, la fiesta continúa.
Parados en las aceras, tirando cohetes con sabor a alcohol, algunos labios rojos funden sus secretos con la medianoche. A esa hora, los lobos hambrientos surgen entre la música y la comida servida en la mesa larga del gran salón. Vestidos escotados, piernas interminables, trajes enfundados, caretas y purpurina esparcida por los aires. Rojo, negro, azul. Y al final de todo, ella. Subida a sus tacones, pelo castaño recogido en un elegante moño informal, medio ondulado, con algunos mechones que se quieren unir a la fiesta, intenta pasar desapercibida. Es improbable, y así sucede, es demasiado guapa. Está perfecta y mira que es difícil alcanzar ese grado de perfección, pero ella lo ha conseguido con tres gotas de maquillaje y unas pestañas increíbles. Un vestido, palabra de honor, azul eléctrico ciñe sus curvas y unas piernas sin término medio. Su piel dorada deja entrever un diminuto tatuaje de un sol en su hombro derecho. Sus ojos grisáceos de clavan en las copas de Vodka Negro y de 43. Se acerca a servirse un poco. Hoy puede permitírselo.

Un muchacho alto, de sonrisa perfecta, ojos verdes, enfundado en un traje negro con una camisa blanca que le sienta genial y unos pantalones casi perfectos, se acerca a ella y le susurra algo al oído. Su sonrisa se hace más perceptible. Dulce, con voz de niña, se acerca al micrófono acompañada por el muchacho de los pantalones casi perfectos y deja ver su gran potencial artístico. Su voz llega a todos los rincones del gran salón y es inevitable que todos se fijen en ella. Al acabar, un grupo de jóvenes reclaman su atención desde el fondo de la sala. Y el muchacho, protegiéndola de miradas ajenas, la agarra por la cintura hasta donde se encuentran sus amigos. Ella se mueve con elegancia, con sencillez. Sus perfectas manos sujetan una copa casi vacía que el chico de los pantalones casi perfectos le arrebata de inmediato.
-          No me gusta que bebas.
Lo dice de un modo que solo lo escuche ella pero sin llegar a susurrárselo. Serio, la mira intentando regañarla. Ella sonríe y le besa en los labios. No es un beso cualquiera, es su primer beso del año. De ese año que no tiene nada que ver con el anterior, para bien o para mal.

miércoles, 7 de marzo de 2012

"Just around the corner”


Así debéis hacer vosotros: manteneos locos, pero comportaos como personas normales. Corred el riesgo de ser diferentes, pero aprended a hacerlo sin llamar la atención.
Nunca sabes quién puede estar detrás del telón... o a la vuelta de la esquina.

lunes, 5 de marzo de 2012

Querido Orgullo:

Demasiados obstáculos. Así que supongo que todo seguirá igual. Solo por mi orgullo, por mi egoísmo…
Seguramente ahora el tiempo pasará y tú te olvidarás de nosotros. Pero espero que vuelvas. Lo siento, me puede el orgullo. Ese maldito orgullo. Pero espero que nunca, pero nunca dudes que hubo un tiempo en el que te quise. Seguramente, más de lo debido.
Espero que cuando lleguen las vacaciones vuelvas. Aquí. Aunque no sea por mí. Aunque solo sea porque te aburres. Pero vuelve. VUELVE. Porque eres más importante para mí de lo que tú y yo creemos. Y, por eso, estoy aquí, a las 3 de la mañana sin poder dormir hasta que te diga esto. Ya sé que soy una estúpida, ya más bien patética… pero espero que cuando leas esto aunque sea te acuerdes de mí. De nosotros. Aunque sea por última vez.

viernes, 2 de marzo de 2012

Magnum.{Capítulo 3. Una canción con olor a nieve mojada.}

-    Doctor, ¿qué tal su mujer?- Nos habíamos acercado a comer a un restaurante próximo al hospital. El Doctor K era un hombre muy ocupado. Supongo que la oncología lo merecía. Recordaba haber escuchado que mi abuelo había muerto por leucemia.
-    Bien, entretenida con los nietos y con la tienda de cajas de música.- Era una pequeña tienda en el centro, muy solicitada.
-    ¿Todavía la mantiene?
-    Mejor que nunca. Hace unas obras increíbles.
-    Lo sé, mantengo la que me regaló.- Saqué de mi bolso rojo una pequeña caja de música y la coloqué sobre la mesa. Redonda, adornada con flores y estrellas cuyos filamentos llegaban a rozar con los dedos el cielo. Entre sus coberturas doradas se entreabrían unas puertas que al pulsarlas se abrían dejando aparecer una pareja que bailaba al ritmo acompasado de una vieja canción con olor a nieve mojada. La canción paró y el Doctor me miró. Me intimidaban aquellos silencios acompañados de la mirada profunda del Doctor que se introducía en mí desvelando mis secretos.

-     Me recuerdas tanto a tu madre.- Reconozco que no me esperaba eso. Mi madre murió en un atentado dirigido a un diputado del gobierno. Lo único que utilizaron en su defensa los terroristas fue que había sido un error, que se equivocaron de coche. Un error destrozó mi vida y la de toda mi familia. Mi padre murió meses después por Depresión como dijo el psicólogo. Entonces, mi hermana tenía 16 años y yo 18. Nos quedamos solas. El Doctor K y su mujer nos acogieron en su casa junto a su hijo Carlos. Era como un  hermano para nosotras pero ahora vive en la otra cara del mundo: New York. Atrevido, con ganas de vivir. Divorciado. Su exmujer vive aquí, en Udine. Por suerte, nos tiene cariño y nos trae a sus hijos todas las semanas. Estarían enormes.
En definitiva, el Doctor K y su mujer era lo más parecido que recordaba a un padre y una madre. Hacía dos años me había ido a estudiar a Venecia. No sabría decir un motivo exacto, supongo que por qué esa ciudad me tenía enamorada. Y había vuelto hoy.
-     Y, ¿mi hermana? Tengo ganas de verla.
-      Es la psicóloga de aquel colegio “de uniforme”.
-      Me alegro por ella, pero podría haberse dedicado a algo más… productivo.
-     Que odies a los psicólogos por lo de tu padre no es motivo para que la desanimes. Le ha costado mucho y está ilusionada. No seas borde.- le miré resignada, obedeciendo- Vamos, Leonor querrá verte.

Magnum. {Capítulo 2. Futuro Profesor.}


 
Vio la luz que transmiten sus ojos atravesar el dístilo de su casa. Fue un espejismo, un acto fugaz. Pero se quedó parado en su mercedes hipnotizado por su melena huidiza. Los coches pitaron y el niño mimado de papá y mamá despertó de la noche anterior. Se puso en marcha hacia la casa de sus padres. Una llamada del mayordomo a su móvil le hizo acelerar.
Tras llegar a la mansión cercana al río de la ciudad de Udine, situada en la sublime Italia, mamá y papá me recibieron como de costumbre en el enorme salón mientras papá veía la tele y mamá tomaba el té. Me recibieron entusiasmados, ya que llevaba dos semanas sin visitarles. Tampoco tenía un motivo. Tenía comida y la tarjeta de crédito a rebosar.
Tras un breve saludo de papá y uno emotivo de mamá, me advirtieron de la última factura de mis gastos. Mi padre enfadado balbuceaba palabras una tras otra, escondidas tras su barba blanquecina y sus ojos exclamantes de generosidad de padre.
Me amenazaron con quitarme la tarjeta de crédito si no trabajaba en algo. Pensé que estaban de broma. Pero no hallé ningún índice de su locura momentánea. Iban en serio. Mi padre me propuso trabajar en uno de los centros escolares que dirigía en todo el país. Me ofreció un puesto en un instituto cercano a mi piso, así no llegaría tarde. Me propuso trabajar como profesor de historia, muy bien remunerado. En la Universidad había estudiado una licenciatura de Historia pero nunca me había molestado en buscar trabajo. Por suerte, en aquel instituto trabajaban Ángelo y Octavio, mis mejores amigos desde los cuatro años. Habíamos ido al típico instituto al que nunca llevaría a mis hijos. Pero no pensaba tener hijos.
Me despedí de mis padres efusivamente y me largué. Lejos de allí, al centro de todo. Al comienzo de la noche anterior. Cogió el Iphone y marcó el número exacto.

-    ¿Ángelo?
-    Jaime, son solo las siete de la tarde. Estaba durmiendo.
-    Sí, bueno… pues cámbiate. Esta noche hay cacería.


Mantén el equilibrio, nunca sabes cuándo vas a caer.

Duele amar a alguien y no ser correspondidos, pero lo que es más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que sientes. Tal vez lo que la vida nos quiere decir que nosotros tenemos que conocer a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al final, cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo. Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que significa todo y, solo, para darte cuenta que al final, no era para ti y lo tienes que dejar ir. Y cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros. Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos. Darle a alguien todo tu amor nunca es un seguro de que te corresponderán, pero no esperes que te correspondan; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona.

Hay cosas que te encantaría oír que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sorda para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón. Nunca digas adiós si todavía quieres estar con él. Nunca te des por vencida si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la amas si no puedes dejarla ir. El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado; a aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado; a aquel que todavía necesite amar, aunque antes le hayan hecho daño; y a aquel que tiene el coraje para construir la confianza de nuevo. El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos, y no tratarlos de cambiar con nuestra propia imagen, porque entonces solo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos. No vayas por el exterior, este te puede engañar; ve por alguien que te haga sonreír, que con tan solo una sonrisa pueda hacer que un día oscuro brille. Hay momentos en los que extrañas a una persona tanto que quieres sacarla de tus sueños y abrazarla con todas tus fuerzas. Sueña lo que quieras soñar; ve adonde quieras ir; se lo que quieras ser; porque tienes tan solo una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer. Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce; suficientes pruebas para hacerte fuerte; suficiente dolor para mantenerte humana y suficiente esperanza para ser feliz. Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo; solo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino. La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido fastidiados, aquellos que buscan. Porque solo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas. El amor comienza con una sonrisa, crece con un beso y muere con una lágrima. La brillantez del futuro será basada en un pasado olvidado. No puedes ir feliz por la vida hasta que dejes ir a tus fracasos pasados y los dolores de tu corazón. Cuando naciste, tú llorabas y todos alrededor sonreían, vive tu vida de forma que cuando mueras tú sonrías, y todos a tu alrededor lloren.

Recepción 24 h.

Nadie se da cuenta de que quizás no puedo seguir así, que no todo se soluciona con botellones a lo grande y con un par de amigas una tarde de viernes. No es así. Resignada, que me conecto a esto y que no sea capaz de pillar una conversación que me haga recordarla en todas partes. No sé qué hacer. Si dejarlo todo y empezar de cero o luchar por algo que a veces me planteo si tiene sentido. Necesito noticias tuyas más que nunca, que a veces pienso que son situaciones que se crean alrededor de algo que posiblemente ni existe.