domingo, 30 de octubre de 2011

Artículo científico: pingüinosamarillos.

Acabo de descubrir, en una de mis expediciones a la Siberia (76% del territorio de Rusia con una densidad de población muy baja) que los pingüinos amarillos existen. La pingüinologa Bar acompañada del besugón alemán y el estúpido chino, ha descubierto la existencia de esta peculiar especie. Según sus invertigaciones, estos pingüinos se suelen esconder de la gente porque saben que hay payasos asesinos, que son malos y van por las noches a secuestrarlos para matarlos y comerse su deliciosa carne, y a causa también de que los perros les muerden (según se dice porque los pingüinos amarillos le tiran de la cola). Por estos motivos, nadie ha conseguido hacerles una foto. Además, el flash de las cámaras hace que su piel se vuelva oscura y blanca excepto en en cuello, que sigue siendo amarilla.

 
El efecto de pingüinización se está haciendo evidente por toda Siberia, pues estos pingüinos la están invadiendo educadamente pues siguen sin atreverse a entrar en las pocas ciudades que hay por miedo a los payasos asesinos y los perros.
En la siguiente foto que les mostramos aparece un pingüino amarillo desprevenido intentando comerse a una orca que anteriormente había devorado a un compañero con el lema de "pingüino por pingüino, diente por diente"




En definitiva, solo me queda afirmar la existencia de los pingüinos amarillos.


sábado, 22 de octubre de 2011

Secretos escondidos.

A veces tendemos a guardar un secreto. Un secreto escondido. Algo que mantenga nuestra identidad secreta. 
Normalmente, es un sentimiento Frankestein. Algo que hemos creado y que se pone en contra nuestra. No has tenido en cuenta las consecuencias y has dejado que ese sentimiento te inundase poco a poco hasta ahogarte como al mismísimo Titanic. Cruelmente, esplendorosamente, fieramente sin importar nada más. Parece que el diablo quisiera divertirse un rato con nosotros. 
Esos secretos escondidos que no cuentas a nadie más que a tú “yo” interior. Esos secretos que te matan, te hunden y, pocas veces, te hacen renacer.

A veces, confiamos en las personas a la ligera. Quién sabe por qué. Quizás porque tienes una pequeña intuición. O porque parecen sinceras. Es como cuando vamos a misa y nos dicen que creamos en Dios, que en él podemos confiar. Y rezamos, como si ese Dios que tanto decimos que está allí arriba pudiera leer nuestros pensamientos. Nos arrepentimos como si él supiera cuáles son nuestras oscuras intenciones. Esperamos que nos perdone cualquier pecado alguien al que no hemos visto nunca, alguien en quien se supone que debemos confiar sin saber nada de él, sin conocerle, cuando siempre nos han dicho que no confiemos en desconocidos, que no hablemos con alguien a quien no conozcamos.  Como Caperucita, hablamos con el lobo, nos fiamos de él, sin conocerle, sin haberle visto nunca. Visto lo visto, no puedes confiar en alguien así como así, solo porque te digan “es de confianza, no te fallará”. 
En el infierno, cuentan más los hechos día tras día que las palabras. En mi oscuridad están tus escombros. Y, es aquí cuando, al final, te das cuenta de la realidad y aprendes la lección. Si solo lo sé yo, nadie se enterará.
Todos tenemos un secreto escondido. Quizás, dos. Pero es “nuestro” secreto escondido.


jueves, 20 de octubre de 2011

"Nosotros"

Te quiero. Tan solo son dos palabras que pueden cambiarte la vida. Puede parecer mentira, pero es difícil decir “te quiero”. Cuando una persona ha dicho esas dos palabras a otra, eso significa que quiere a esa persona de verdad, que quiere estar con esa persona en todo momento. Pero, ¿alguien se ha preguntado qué pasa si le dices a alguien “Te amo”? No, ¿verdad? “Te amo” son dos palabras mucho más cortas que “te quiero”, pero que sean cortas no significa que sean menos importantes. Un “te amo” significa que, aparte de estar con una persona en todo momento, vas a estar con ella toda la vida. Toda una vida con esa persona a la que tanto amas, haciendo todo lo posible para que sea feliz contigo. “Vosotros”, “nosotros”. “Tú y yo”. Un te amo es para siempre, por eso si una persona está segura de que quiere pasar el resto de su vida con otra, lo dice sin miedo.
Pero ese miedo a que “cualquiera” vaya y te lo quite sigue latente en tu sangre. Miedo a que entre una persona nueva en su vida, que se canse de la rutina, que seas un pesado sin darte cuenta. Y te dice un millón de veces “no te pienso dejar por nada del mundo”, pero sabes que aunque te repita eso tú seguirás con esa pizquita de miedo a perderle. Aún así, tú sigues como si nada, captando cada sonrisa y grabándola dentro de ti “por si acaso”.


Sé, que últimamente, el cambio de temperatura está haciendo que discutamos más de lo normal, que tengamos alguna que otra “crisis”, por así decirlo. Pero lo importante es como acabamos al final. Lo mejor de las discusiones son las reconciliaciones. Y sí, me equivoco. Y sí, te equivocas. Pero solo somos seres humanos, con más defectos que virtudes. Nunca lo olvides. Aún así, nos tenemos él uno al otro. Eres lo que más me importa. Y eso, ni el frío otoñal ni las opiniones ajenas pueden cambiarlo. Eres mi vida. Asúmelo, nadie puede evitarlo. Es así, y es perfecto. Y sí, siempre he ido de tío en tío, uno tras otro, hasta que tú me has hecho ser distinta. Siempre con las dudas. Siempre con un quizás.  Quizás, quizás, quizás. Pero hay veces que nos quedamos solamente en un quizás porque es muy difícil decir que quieres a alguien cuando realmente le quieres. Por eso, muchas veces nos quedamos a las puertas. Pero yo no me quiero quedar a las puertas. Yo quiero pasar el resto de mi vida contigo y que NO quiero quedarme a las puertas. Cásate conmigo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Y a ti, ¿qué te ha pasado?

Ahora no sé quién eres, no podría decir algo de ti, una frase tuya.
No me acuerdo como es tu risa ni porqué nos reíamos cuando estábamos juntos algunos días. No me acuerdo de tus abrazos ni de lo que sentía cuando me los dabas.
No tengo ningún recuerdo tuyo, ni feliz ni triste, es como... ver a un amigo de la infancia cuando tienes cuarenta años. Sabes que le conoces, pero no podrías decir a la primera algo que pasaste con él.

B.

My thoughts.

Cuando nos ponemos a reflexionar sobre las cosas, pensamos tantas tan diferentes, nos contradecimos... tenemos la capacidad de analizar miles de situaciones instantáneamente que después no sabemos plasmar a la hora de escribir.
Sabes lo que sientes a tu manera. La mejor forma de expresar lo que sientes es escribir explícitamente lo que se te venga a la cabeza, pueden sonar estúpidas algunas cosas, da lo mismo, son pensamientos personales, no le des 50 vueltas al texto y borres lo que haya quedado mal, simplemente déjalo, es lo que llevas dentro...
Es lo que hay, y así lo he contado. ¿Qué pasa por mi cabeza? Mi cabeza es... complicada para analizarla. No tengo claras demasiadas cosas y siempre he sido una montaña rusa de emociones; y más ahora...


jueves, 13 de octubre de 2011

Prólogo: No importan los días, que pasen las horas. (Tercera parte)

6 de Octubre.

19:35 p.m. Acaban de enterrar a Carlos y a su hermano. Hoy me he enterado de todo lo que pasó. Porqué me dejó, qué ocurrió, que un día vino a mi casa nada más levantarse, el accidente de sus padres, su hermano en coma y que ayer se tiró desde lo alto del puente de la ciudad. Acabó con su vida y con todos los recuerdos. Todavía no entiendo por qué no quiso que le ayudara. Su tía Marta me ha contado que quería mantenerme al margen y que fuera feliz. Todavía no comprendo nada. Lo único de lo que estoy segura es de que nunca le olvidaré, siempre fue y será mi primer gran amor. No he dejado de llorar desde esta mañana cuando, a las 12 de la mañana, mi madre vino al instituto a darme la noticia. Menos mal que Rui está conmigo.
Me quema el alma, me escuecen los ojos. Debería haber estado pendiente. Debería haber sospechado que nada fue normal. En fin, ya es muy tarde para sentirme culpable. Pero es que nunca le llegué a olvidar del todo. Nunca olvidas a alguien importante en tu vida, solo aprendes a vivir sin él. Pero quiero a Rui. Le quiero y eso, ahora es lo que importa.
-          Leyre, es tarde. Tenemos que irnos.
-          En seguida, Rui. Me voy a despedir.
Me acerqué a su tumba una vez más y susurré bajito, como al oído, igual que hacía con él para decirle “te quiero”, acabando rozando sus labios.

“Te he comprado la rosa más bonita que tenían en la floristería y la he colocado sobre su féretro. Espero que te guste. Debes saber que siempre te quise. Adiós, Carlos. Te prometo que nunca, jamás te olvidaré”.



FIN

miércoles, 12 de octubre de 2011

Pólogo: No importan los días, que pasen las horas. (Segunda parte)

Al día siguiente, estaba solo en casa. Me moría por llamarla y decirle que viniera, que me dijera “te quiero”. Así, tan sencillo, susurrándomelo al oído. No quería tragarme las ganas de comérmela. Quería sus labios, escuchar sus latidos acompasados con el ritmo de sus besos. Tenía todos los síntomas. Y esa enfermedad me gustaba. Era perfecta. “Ella y yo”. Así de simple. Pero no podía llamarla. Estaba preparándose un examen de Latín. Y entre pensamiento y pensamiento, dejé pasar las horas hasta que el teléfono me interrumpió ensordecedoramente.

-          ¿Sí?
-          Carlos, ¿eres tú?
-          Sí, dime Marta.
Marta era la hermana de mi madre, mi tía favorita y la única que tenía tan cercana pues mi padre era hijo único. Su voz temblaba y pude distinguir que estaba llorando.
-          Carlos, estamos en el hospital. Son tus padres y tu hermano… han tenido un accidente.
-          ¿Qué ha pasado? ¿Están bien?
Mi tía, no pudo más y se echó a llorar.
-          Carlos, los médicos han hecho lo que han podido. Tu hermano está en coma, grave, pero tus padres… -volvió a ponerse seria, intentando mantener el control de la situación- ellos se llevaron la peor parte.
-          Marta, cuéntamelo.
-          Han muer…

Ella no pudo seguir y yo ya había escuchado bastante. Colgué rápidamente; cogí la cazadora, las llaves y el móvil. Bajé apresuradamente las escaleras, casi sin rozar los escalones. Saqué la moto del garaje y fui corriendo al hospital.
Ya allí, encontré a mi tía en la entrada esperándome. Me llevó hasta una habitación donde mi hermano con un millón de tubos pegados al cuerpo, le ayudaban a respirar. Y, en frente, una pequeña habitación. Un forense tapaba dos cuerpos inertes que pude reconocer entre las sábanas blancas. Entre en la habitación y los destapé. Allí estaban, inmóviles, blanquecinos, sin el tic-tac habitual, llenos de sangre seca, descansando después de una corta vida, dejándonos solos a mi hermano y a mí. En ese momento sentí tantas cosas… pero no pude reaccionar. Entre el forense y mi tía me sacaban de la habitación mientras mis lágrimas inundaban el pasillo. Y yo inerte, me quedé observando dos cuerpos, intentando pensar que ocurriría después.





El entierro fue rápido, silencioso y privado. Familia y amigos más allegados. Lo prefería así. Mi tía me contó que, cuando venían de hacer unas cuantas compras del centro, un coche, cuyo conductor había bebido excesivas copas, se los llevó para no volver. Mis padres volaron por los aires, muriendo en el acto por el golpe contra el duro asfalto; mi hermano tuvo un poco más de suerte. Durante las dos semanas siguientes, hice como si no hubiera pasado nada. No se lo conté a nadie, ni siquiera a ella. Me alejé de todo, me separé de ella, me encerré en nuestra casa, vacía,  y cada tarde, iba al hospital con la esperanza de que mi hermano despertase. La tensión era demasiado grande. No podía más, pero debía cuidar a mi hermano.

Al día siguiente, después del instituto, la esperé. La quería, a veces, incluso, demasiado. Esperaba que lo comprendiera. La necesitaba pero no podía más. Hasta que mi hermano se recuperara, yo no volvería a ser el mismo, y ella tenía que ser feliz.
Un estallido de personas se abalanzó sobre la puerta de salida hacia la libertad. Libros y cuadernos inundaban sus brazos. Ella, guapísima como siempre, con una carpeta azul en la mano, salió con un grupo de amigas. Al verme, me sonrió. Se acercó rápidamente a besarme. Le giré la cara y comprendió que algo pasaba.

-          Carlos, ¿qué ocurre? Llevas unas semanas muy raro. Casi no te veo, casi no hablamos y no me cuentas que te pasa.
-          Se acabó.
-          ¿Cómo que se acabó? ¿El qué?
-          Esto. Todo… Nosotros.
-          ¿Qué? Carlos, no te entiendo.
-          No hay nada que entender. No vuelvas a llamarme. Se acabó.
-          Carlos…
-          Me voy. Ya no te quiero. Adiós.
-          Carlos…
-          Adiós.

Me di la vuelta. Ni siquiera fui lo bastante valiente como para volverme y ver como la destrozaba, como rompía sus sueños, como acababa con un todo, con un “nosotros”. Pero me prometí a mí mismo, mientras mi alma lloraba, que volvería a estar con ella. Algún día, cuando pudiera volver a sonreír.

Meses después me desperté sobresaltado. Sentí como si algo malo fuera a ocurrir. Ella. Fui a su casa, le pregunté a su madre. Estaba bien. Me prometió no decirle que había ido. Fui al hospital. Mi hermano, entre tubos, había mejorado. Me alegré. Pronto volveríamos a estar juntos, otra vez. Y después, volvería a por ella. Se lo explicaría todo y rezaría porque me entendiera.
Esa tarde me dio por ir a dar un paseo, necesitaba tomar un poco el aire. De paso, me acercaría al hospital. Quería volver a ver a mi hermano. Crucé el gran puente que dividía a la ciudad en dos.  Me asomé. El agua, cristalina, bañaba a los peces que jugueteaban con sus idas y venidas. Me sonó en móvil y lo cogí. Era mi tía.

-          Carlos…- pude escuchar como gimoteaba, intentando pronunciar sin aparentar ningún sentimiento desafortunado- Tu hermano, tu hermano- se derrumbó. Empezó a llorar y no quise comprender lo que seguía a ese llanto-. Tu hermano ha muerto. Ha fallecido hace unos minutos. Los médicos no lo entienden, estaba mejor pero…- tomó aire y retomó la conversación- parece que el cerebro se le ha llenado de sangre o eso he entendido y no han podido hacer nada. El entierro será maña…

Apagué el móvil. No quería más lágrimas. ¿Qué iba a hacer ahora? Me quedé congelado. Las lágrimas me impedían ver con nitidez. Esas palabras resonaban en mi cabeza, chocando contra mi cuerpo y dando de lleno en mi corazón, clavándose e impregnándolo de dolor, de lágrimas y de tantos recuerdos en las manos. Todo se rompía al resonar en mi memoria. Esas cuatro palabras: “Tu hermano ha muerto”. Imposibles de pronunciar, impregnadas con fuego, escrita con la tinta de sus labios, marcadas con un teclado equivocado. No podía volver atrás, no podía cambiarlo, no podía borrarlo. Dolía incluso enlazar cada sílaba con ese brillo de ojos admirables, perfectos, con ese pelo revuelto descuidado y esa barba de semanas de insomnio. Dolía cada sílaba lanzada al aire sin previo aviso, esas cuatro palabras salidas de su boca con la fuerza con la que el fuego quema y arrastra las palabras consigo hasta un infierno de recuerdos impregnados por el calor del roce de sus palabras.
No me quedaba nada. Ni siquiera la tenía a ella. Me habían dicho que estaba con otro chico. Desde que corté con ella solo la había visto unas cinco veces. Cinco. Otra vez ese número. ¿Y qué día era? Cinco de Octubre. Había intentado evitarla, hacer como si no existiera. Imposible, era ella. No había conseguido olvidarla, pero prefería que fuera feliz. Al fin y al cabo, ya no me quedaba nada. No servía de nada. Me agarré a la barandilla y me subí. Sentí el frío otoñal en mi garganta y esa sensación de vértigo del principio. Sentía la nada a mis pies. “Adiós, Leyre”. Fue lo último que pensé. Adiós a todo, y sobre todo, a la persona a la que más había querido y nunca había dejado de querer. “Adiós, Leyre”
Y salté.


Prólogo: No importan los días, que pasen las horas. (Primera parte)

Prólogo.

Sus manos delicadas, blancas, porcelanosamente cuidadas, pasaban delicadamente cada página del libro. Sus ojos, de un color verde plateado, recorrían cada línea asimilando cada palabra escondida entre oscuros sentimientos de tardes chocolateadas por los rayos rezagados del crepúsculo, escondidos entre los altísimos rascacielos de la ciudad. Sus labios, con ese pequeño toque a gloss mentolado. Brillantes, sabrosos, apetecibles y rosados, escondían un beso que muy pocos podrían llegar a saborear. Su pelo, moreno y ondulado, danzaba al son de las canciones repetidas en el tocadiscos de mi habitación, rozando con sus puntas una camiseta rosa, escotada lo justo para mostrar su dulce picardía. Su voz de cristal inundaba mis sentidos acompañando melodiosamente a las canciones del tocadiscos.
La miré. Ella, tan especial. Ella, tan guapa. Ella, única. Ella.
Terminó de leer y me miró. Iluminándome, yo me escondía entre los acordes de mi guitarra. La quería, la amaba. Lo era todo para mí. No podía dejar de mirarla pero debía volver a las cuerdas desgastadas de mi guitarra. 

“El día que no pueda más voy a matarte […] Me levanto lento voy hacia arriba dejo cabos sueltos... a la deriva. Y no dejo huella, quiero irme con ella donde me diga...”


No importan los días, que pasen las horas (VII)

5 de  Septiembre.

A veces, los detalles más insignificantes son los más especiales porque tienen un significado mayor según la persona que te lo regale. A veces, el mayor regalo que te pueden hacer es una sonrisa. Un beso. Un te quiero. O simplemente escuchar la respiración acompasada de alguien a quien tienes pegado a tus labios. La vida no se mide por las veces que respiramos, sino por las veces que nos dejan sin respiración. Y le quiero. Le quiero. Gritaré. Me sentiré la reina del mundo entero, incluso del universo, de cada una de las partes que tiene esto que nos rodea. Me sentiré la persona más importante del planeta. Seré invencible. Correré por cada borde de los acantilados, pararé un segundo y me detendré a pensar. Entonces, miraré a mi lado, y me daré cuenta una vez más, que solo cuando le tengo a él conmigo, puedo ver un mundo diferente que nadie conoce, puedo estar en el sitio más precioso del mundo, y que todos desconocen. Y yo, sin embargo, me encontraré ahí, agarrada de su mano, mirando lo feliz que soy con él. Porque solo él me ve cuando soy invisible. Dijeron que no podría, que no le olvidaría, que me costaría enamorarme. Pero mira donde estamos, hicimos lo que nadie creía. Tan mal nos miraban, pero seguíamos empujando y cada vez que caía tú me levantabas. En ti lo encontré todo, me haces sentir viva... como la estrella más brillante, me haces brillar otra vez. No importa dónde estemos, no importa a dónde nos puedan llevar, no necesitamos escudos porque nuestro amor es lo que nos protege. Invencibles. SOMOS INVENCIBLES.


5 de Octubre.

Un año. Hoy hace un año. Acabo de pasar por ese parque, al lado de ese banco. Como me prometí que haría. Aunque, esta vez, un poco menos sola. Rui está conmigo, abrazándome. Dándome la mano. Agarrándomela. Con fuerza, con cariño, con ternura. Con sus besos. Le quiero, me quiere. Ahora somos un “nosotros”,  “él y yo”, “tú y yo”. Ahora puedo decir que le olvidé, que lo conseguí. Ahora vuelvo a querer igual, ahora vuelvo a ser yo. Adiós C. Adiós. Hola R. Hola, te quiero. No me abandones nunca. No me pierdas. Sé que no lo harás. Ahora lo sé, estoy segura. Lo sé. Hay que pasarlo mal para luego valorar que se está bien. Y ahora estoy bien. Nos quedan tantas cosas por contarnos, tantos momentos juntos. A tu lado. Y por ti lucharé, por todo el cariño que has puesto conmigo. Por todo tu tiempo, por haber querido tenerme contigo. Te quiero. Es que te quiero. Me encanta esa palabra, “te quiero”. Es Preciosa. Me da igual lo que digan. Me da igual lo que piensen. No siempre será fácil, pero estaré aquí para siempre. Aunque quizás me dejes de querer algún día, o te canses de mí. Quizás mañana ya no me quieras, quizás… Quizás, quizás, quizás. A veces, nos quedamos solamente en un quizás porque es muy difícil decir que quieres a alguien cuando realmente le quieres, por eso muchas veces nos quedamos a las puertas y yo no me quiero quedar a las puertas. Yo quiero pasar el resto de mi vida contigo y que NO quiero quedarme a las puertas. Agárrame la mano, no me sueltes jamás. Cógeme y llévame hasta el infinito.  Quizás nos perdamos, pero si me pierdo, será contigo. No quiero pensar en las consecuencias, no quiero pensar lo que pasará mañana, ni tampoco lo que pasó ayer. Lo que pasó, pasó y lo que pasará, pasará. Me da igual lo que pase, lo único que quiero es que pase contigo, nadie más, porque eres lo esencial en mi vida y tú eres de las pocas personas que destaca en ella. Así que, adiós recuerdos, adiós amores pasados. Adiós noches llorando, adiós sonrisas falsas, adiós dolor…
Adiós.


miércoles, 5 de octubre de 2011

No importan los días, que pasen las horas. (VI)

5 de Julio.

No sé qué me pasa. Desde hace un tiempo veo a R. distinto. No es él, soy yo. Es mi manera de verle la que ha cambiado. Una tontería que sale de su boca tiene una gran importancia en mi corazón y en mi mente. Son esas palabras que, quizás, simplemente se quedan marcadas en tu alma y no importan a nadie más…
Creo que… sinceramente, me da miedo decirlo. No quiero equivocarme. En el fondo, me da miedo olvidar a C. Sobre todo me da miedo dejar de tener miedo porque, si se va ese miedo, sé que se irá ese amor también con él. Pero últimamente ya ni me acuerdo de que existe. Solo cuando le nombran, o en momentos en los que escucho esa canción. Luego, siempre, está R.  Pero, ¿qué le iba a decir? ``Oye veras, es que te conozco desde hace unos meses. En ellos, solo hemos hablado como personas normales. Hasta el último mes. Y veras, quería decirte que extrañamente despiertas algo en mí. No sé lo que es, pero es algo impresionante. Algo que a lo mejor se me pasa en unas semanas, aunque estoy segura de que no. Algo que se me ha metido aquí dentro y se niega a salir.´´
Se quedaría pilladísimo. A lo mejor hasta saldría corriendo. No me extrañaría. Solo somos amigos. Amigos. “La necesidad de verte reír es lo que me hace dibujar mil sonrisas para ti. Y tú quizás nunca sabrás que soy esclava de tu mirada y me gusta vivir así, con tal de verte reír...” Esa canción tiene nombre, tiene rostro. Solo necesito que sonrías. Tu sonrisa. Solo quiero que seas feliz. Y si para ello tengo que quererte en silencio, lo haré. Pero tengo que admitir que me empiezas a importar. Tengo miedo de quererte y pasarlo mal. No sé, me cuesta eso de estar contigo y no poderte acariciar. Se ha convertido en una necesidad. Eso de darte abrazos sin motivo, de rozar tu mano, de acercarme demasiado a tus labios. Antes no sabía ni que existías. Tampoco me importaba. Y mírame ahora, aquí, vigilando tus pasos…



5 de Agosto.

Fue algo tan grande. Pude notar un cosquilleo que me recorría de los pies a la cabeza, de un lado a otro, hasta rozarme el alma, hasta hacerme sentir bien. Fue más que eso. Era feliz, por mucho que digan que no es posible serlo del todo. Te puedo asegurar que en ese momento sobrepasé el límite de la famosa felicidad. Sus besos. Aquel beso…

<< 19:03 de la tarde. Estábamos en el parque. Todavía no había llegado nadie. Quizás, R. y yo habíamos quedado demasiado pronto. Quizás no había sido casualidad. Quizás.
Mejor así, quería estar a solas con él. Llevo todo el día pensando en él. Quería verle.
Mírale. Esos labios, pequeños, perfectos. Ese pelo enmarañado, despeinado, revuelto. Castaño, medio rubio. Y esos ojos. Grandes. Verdes. Preciosos. Esa piel, dorada. Le quiero. Lo sé, ahora sí. Porque cuando empiezas a sufrir, cuando no resistes besarle cuando estás a su lado, cuando le ves en otras caras… es ahí, en ese extremo de la cuerda, cuando puedes asegurar que estás enamorada.
-          Te quiero.
Me salió solo. No pude reprimirlo. Era lo que sentía. Tampoco hice nada para remediarlo. Le quería. Me miró. Sonrió. Está guapísimo cuando sonríe. Esa sonrisa perfecta. Se acercó, vi sus labios rozando los míos. Estaba a cero coma de mí. Me besó. Le besé.
-          Te quiero…
Me acerqué, se lo susurre. Y le besé. >>

Y otra vez ese número. Cinco. El destino ha querido que el número que tanto daño me ha hecho, que tantas veces he evitado, que tantos recuerdos me ha traído, sea el número que más feliz me hace en estos momentos. Cinco. Ya no duele pronunciarlo. Cinco. Ni escribirlo. Cinco. Incluso, puedo decir que me gusta. Cinco, cinco, cinco. Hoy, el día que vuelvo a ser yo. Hoy, el día de nuestro primer beso. Hoy, es cinco. 

lunes, 3 de octubre de 2011

No importan los días, que pasen las horas (V).

5 de Mayo.

Hoy. Es el día. Hoy. Cinco. Pensaba que sería peor. No siento nada. No quiero sentir nada. En fin, no voy a decir nada más de él. Duele, hoy ha dolido esa herida. Hoy. Cinco. Solías cautivarme pero ahora… Aun así, sigo al fin y al cabo atada a aquellos que fueron mis sueños más placenteros. Aparece tu cara, tu voz… Lo olvidaré, no te preocupes. Te olvidaré. No serás más que un viejo recuerdo. He dejado de lado todo el mal. Por lo menos, lo estoy intentando. Ahora, estoy sin control. Quiero fiesta. Yo quiero vivir. Fiesta. No pensar. Fiesta. Olvidarte. Fiesta. Solo serás un recuerdo. Fiesta. Mi recuerdo. Fiesta. Tú. Fiesta. Fiesta. Fiesta. Ahora, soy yo la que dice Adiós. He tomado mi decisión. Adiós C. Adiós recuerdos. Adiós mi amor.



5 de Junio.

Rui.
Pff. No lo sé. Tampoco lo entiendo. Pero hoy he vuelto a sentir esa sensación. Ya ni la recordaba. Hay algo en mí que…
Encerré ese sentimiento en lo más profundo de mí. Puse el cartel de prohibido pasar, le puse un candado, cerré con llave y después la tiré lejos. Conseguí vencer la tentación. Te lo prometo. Pero ahora esa puerta se ha abierto sola.
-          ¿Por qué? ¿Quién la ha abierto? Tú. R. Tú.
No. No. No. No. No. No… No. Otra vez no, cualquier cosa menos eso. No quiero volver a querer así a alguien ¿Para qué volver a repetir aquel momento? Cada uno ha seguido su camino… ya no le recuerdo. C. Ahora sigo un rastro de miguitas de pan que R. ha puesto en su camino para que no me pierda. Da igual, ya no soy la típica que lo va a ir recogiendo. Ya lo hice una vez y mira como acabé. Pero, en el fondo, sé que esta vez tengo un motivo…


domingo, 2 de octubre de 2011

No importan los días, que pasen las horas. (IV)

5 de Marzo.

Ayer volví a pasar por "el banco" aquel banco... siento adueñarme de él, pero yo lo tomo como "mi banco", "nuestro banco". Qué buenos recuerdos, y que malas sensaciones. Melancolía, pena, aunque, orgullo y satisfacción por otro lado, lo único que me salió en ese momento fue una sonrisa y alguna que otra lágrima, irremediablemente... Y recuerdos en forma de diapositivas en mi cabeza. La memoria, que nos juega malas pasadas. A veces un recuerdo que parecía olvidado nos sorprende y vuelve al ver un objeto... Sí. Un simple objeto, o al escuchar una canción, o un olor concreto... Dicen que tendemos a asociar recuerdos y momentos de nuestras vidas a canciones, a lugares, a situaciones, y estas nos hacen volver a ese momento tal y como lo viviste... Como si estuvieras de nuevo allí. Ese día. A esa hora. Con él... El lugar estaba igual, tal y como lo recordaba...Todavía, si cierro los ojos y me pongo una canción muy concreta, revivo ese momento. Me encanta ponérmela cuando estoy melancólica. Lo sé, puede sonar masoquista. Me hago daño, pero me encanta recordarle. Me parece que es lo mejor que me ha pasado nunca, lo decía y me mantendré siempre. Tengo la suerte de poder decir que no me arrepiento de nada en la vida, quizás de lo que me arrepienta es de no haberme equivocado más veces y seguir aprendiendo en vez de perder oportunidades por miedo, que no nos conduce a nada.
Me apeteció sentarme, y así lo hice. Me quedé cerca de una hora sentada, era aproximadamente la misma hora que hace un año, el mismo frío, la misma sensación de mojado, el mismo olor a comida recién hecha del restaurante de al lado, el mismo sonido del agua cayendo y chocando contra el fondo de la fuente, la misma soledad que hay a esas horas de la tarde, solo que un poco más sola... sin su compañía -Ahg, eso ha dolido.- Me senté del revés, tal y como solíamos hacer. Si miro a mi derecha puedo volver a ver con tanta nitidez la bicicleta vieja y verde apoyada sobre el banco, y a mi izquierda él... ¡Qué pintas llevaba! Me encantaba. Es que sino no sería él. Así tal y como era, me volvía loca, no era normal aquello. -Vaya dos tórtolos ahí sentados haciéndose manos y mirándose con cara de cordero degollado, pidiéndose besos y diciéndose que se quieren…- Solté una risa irónica para mí misma. Quién me diría a mí ese día ahí sentada que un año después estaría aquí de nuevo... pero sin él. -Debería haberle dicho más veces que le quería, debería haber discutido menos, perdíamos tanto el tiempo en ello...- Las rarezas y las ironías estaban a la orden del día, así éramos, "tú y yo", "nosotros", me encantaba decirlo, sonaba tan bien… Esa unión tan grande, uña y carne, dependencia el uno del otro. “Mi novio”, “mi mejor amigo” -Yo no pasaba sin sus besos, él no dormía sin mis te quiero.- Abro los ojos, otra lagrimita que recorre mis mofletes y ya empiezo a ponerme peor. Si la gente pudiera hacerse una idea de cuánto le echo de menos... Creo que es lo más sincero que he dicho en mucho tiempo. -Vuelve a escocer- Llevaba tanto tiempo sin admitirlo. Me siento orgullosa de sentirlo. Es bonito. Me da pena por la gente que no se ha enamorado nunca y se cierran a ello en banda como si les diera miedo. No saben lo que se pierden. Esto lo mueve todo. Sin amor, no quedaría nada, no seríamos nada. ¿Por qué avergonzarme de sentirlo? Que va... Yo no pedía nada, solo a él. Siempre me he conformado con poco. Pero para mí era tanto lo que tenía, iba sobrada, siempre con la cabeza alta y de su mano. Segura y fuerte. Era mi apoyo, mi punto de apoyo más importante, donde se sostenía todo mi equilibrio emocional y por lo tanto mi punto débil, mi talón de Aquiles. -Mi debilidad tiene nombre y apellidos- Y ya pase el tiempo que tenga que pasar, pasen los años que sean necesarios para que no duela. Y ya sólo quede en un recuerdo más que guardar en el archivador de mi vida. Un capítulo cerrado y pasado. Pero en mi memoria, por supuesto, siempre se mantendrá intacto. Aunque desde un principio, ese día hubiese sabido el final, habría vivido de nuevo este año contigo, y seguiría retrocediendo si pudiera. Por inesperado que haya sido el final, y quizás no el que yo me imaginé nunca. Esos momentos, esos meses, semanas, días, horas, minutos y segundos contigo, no nos los quita nadie ni a ti ni a mí...
Me levanté y me fui. Juro que aunque sentía la tentación de mirar hacia atrás, no lo hice. Sólo fue un pequeño descanso de meses evitando su nombre, evitando aquel lugar. El año que viene por estas fechas, me volveré a sentar... Por si se me olvidara, sólo tiene que sonar esa canción, sólo tienen que decir ese número, sólo basta con decir su nombre...



5 de Abril.

Muchas historias diferentes nos ocurren cada día a cada persona, historias que te hacen madurar y aprender de los errores. Cada día aparecen personas que te ayudan a sonreír, que te ayudan a olvidar. Bueno, para mí, una persona. R. No sé qué tiene, porque es igual que los demás, pero ha hecho que algo en mí se despierte… y eso me está haciendo daño.

No importan los días, que pasen las horas (III)

5 de Enero.

Nuevo año, nueva vida. Nuevos recuerdos, nuevas sonrisas. Nuevas miradas, abrazos y caricias. Nuevos amigos. Todo nuevo. Quiero cambiar. Empezar bien el año, sonreír a la vida. Demostrarle que sigo aquí, que pase lo que pase, sigo de pie. Que estoy bien. Bueno, casi bien. Hace unas semanas vino al grupo un muchacho nuevo. Se llama Rui. Es un buen chico. Aunque todo el mundo parece buena persona al principio. No sé, me está ayudando bastante a olvidarte. A veces, se me olvida que aún permaneces dentro de mí. He intentado decirme a mí misma que te has ido pero creo que aún sigues estando conmigo. Me encantaría poder ser capaz de mirarte y decirte que te echo de menos, que te necesito, que realmente te necesito aquí conmigo, que sin ti el invierno es mucho más frío. Me encantaría poder marcharme, esfumarme, desaparecer. ¡Paf! Sin más. Se acabó. Irme allí donde los sentimientos no se los lleve el viento. Allí donde cada beso sepa mejor que el anterior. Allí donde los “te quiero” no se borren. Allí donde me quieras. He pensado en tirarme por el puente y acabar con este dolor que me consume cada noche. He pensado tantas cosas… pero me parece demasiado cobarde acabar con mi vida por ti, solo por ti. Estoy intentando no pensar en ti, olvidarte. Pero mi mente va por un camino, y mi corazón sigue otro muy diferente. Nunca podré unirlos. Solo puedo decir que voy a dejar el pasado atrás, con tus recuerdos. Mírame, soy fuerte, lo sé. Pero se acerca esa fecha, se acerca ese día. Esa noche llegara tan larga, tan fría. Los días dejaran en blanco mi diario, mi calendario. Por favor, no digas adiós. Solo pido un beso más, una sonrisa…
 


5 de Febrero.

Algunas veces, las personas llegan a nuestras vidas y rápidamente nos damos cuenta de que esto pasa por que debe de ser así, para conseguir un propósito, para enseñarnos una lección, para descubrir quiénes somos en realidad, para enseñarnos lo que deseamos alcanzar. Y otras veces, se van demasiado rápido…
“No pienses en eso.”
R. me está ayudando muchísimo. Hasta el punto de que se ha convertido en uno de mis mejores amigos. Nunca he confiado mucho en la gente al poco tiempo, pero, sinceramente, él me ha demostrado muchas más cosas en un mes que otras en años. En fin, así es la vida. La verdad es que es una pieza muy importante en mi vida. Le necesito. A veces, siento que le utilizo para no acordarme de él. Él. Otra vez, piensa en cosas bonitas. Sus besos. No, piensa en buenos momentos. Nuestra primera vez. No, para. Piensa en algo que quieras conseguir. A él. No, no, no, no, no, no. Olvidarle. Eso, olvidarle. –Ahg, escuece- Piensa en R. Sí, R. Es un buen amigo. Tanto, que incluso la gente piensa que me gusta. Ojalá pudiera quererle y olvidarme de… En fin.  Veo relaciones ajenas con sus problemas correspondientes, sus más y sus menos. Y le recuerdo, a él. No quiero más problemas, no quiero más recuerdos. Estoy bien con R. No quiero que piensen cosas raras. No quiero más etiquetas. Cuando me encuentro a gusto con alguien no necesito nada más, y eso me tranquiliza. Luego, no quiero que nadie piense más allá de la conexión. Es así, y es maravilloso siendo así. No pido amor, pues no estoy preparada aún.


sábado, 1 de octubre de 2011

No importan los días, que pasen las horas. (II)

5 de Noviembre.

Nieva. Nieva, y con cada copo que cae, cubriendo esta ciudad, una lágrima araña mi alma, la rasga. Y cuanto más pienso que por fin ya no estás, es cuando más me acuerdo de ti. Te arrepentirás, lo sé. Algún día volverás. Las canciones de amor que no quisiste andan rodando ya por las aceras, las tocan las orquestas de los tristes pa’ que baile Don nadie con Cualquiera. Las lágrimas vuelven a fluir. En fin, voy a calmarme un poco. Respirar. Respirar. Respirar. Ágil, fuerte, débil, lento. Largo, profundo, cortado. Pararse y dejarlo fluir. Saciar los pulmones. Coger aire y mantenerlo. Soltarlo lentamente al son de un bombeo. Disfrutarlo. Básicamente pensar y saber que respiramos para sobrevivir, pero a veces un respiro no es suficiente motivo para sentirse vivo. Sobre todo cuando te han arrebatado tu corazón de cuajo. No logro sentirme viva, no me siento yo. Soy una copia vieja y triste de mí.  Mis pijamas ya no tienen dueño, ya no hay nadie que los sorprenda de noche bajo su ventana, ni viene nadie a las 8 de la mañana a despertarles con un sabroso beso con olor a tostadas recién hechas. Yo he cambiado mi manera de ver las cosas, mi manera de sentir y de expresar mis sentimientos… por ti. ¿Para qué? Fuimos tanto y, ahora, tan solo quedo yo.



5 de Diciembre.


Y me dicen que ha pasado por al lado. Y sonrío y busco su cara. Es tarde, se ha marchado y no le he visto. Cierro los ojos e intento imaginar su cara, ya casi no me sale. Solo me vienen a la cabeza unas cuantas fotos. Me siento triste. Quería verle. Pero bueno, ¿qué estoy diciendo? Es mejor así. Irme olvidando de él. Aunque sea poco a poco. Ese capricho debe acabar de una vez. Empezar por olvidar su cara, seguir por olvidar su segundo y primer apellido. Su nombre. Su cuerpo. Su forma de andar. Y olvidar su sonrisa. Esa sonrisa. Y verle como "ese chico". Que pase a ser "aquel chico" y luego sea "un simple chico". Que no sea nadie. Que ni me acuerde de que existe, de que un día significó algo. Quiero olvidarlo. ¿Quiero? Sólo te pido una cosa. Jamás me recuerdes, porque eso significará que te has olvidado de mí. Y no quiero que jamás suceda eso.

                                  

5 de Enero.

No sé dónde ha quedado el chico del que me enamoré. Hace tanto que no le veo. Sólo queda un cuerpo. Una cara. Unos ojos. Es algo físico. Ya no me dice nada. Tu sonrisa. No es la misma. Tus acciones. Tú. Tus sentimientos. ¿Dónde quedó todo? ¿Dónde quedaron las promesas? Cada uno de los besos. Todas nuestras noches. ¿Dónde? ¿Dónde están? ¿Dónde estás? A veces tengo la necesidad de gritar. Gritar a pulmón abierto. Gritar tu nombre. Dejarme la voz... Y que regreses de nuevo. Tú. El mismo de siempre. Mío. Tuya. Nosotros. Es realmente difícil. Escalofrío. Te miro y no veo nada. No te reconozco. No sé quién eres. Por favor, vuelve. Vuelve. Tú, con tus ideas disparatadas. Tú, con esa risa que te caracterizaba, que te diferenciaba de los demás. Tú, y tus ojos. Pequeños. Miel, y esas pestañas largas. Tú, y tus besos. Tú, y tus abrazos. Tú, y tus te quiero. Tú. Tú. Tú .Tú. Sencillo. Preciso. Exacto. No pido a nadie más. Me aterroriza la idea de seguir sin ti. Sola. El último recuerdo que tengo no es de la persona que ahora veo. Extraño. Desconocido. Indiferente. "Un beso, y te fuiste". Pude darte un beso mejor. Intenso. Fue tan por costumbre. Nunca imaginé que sería el último... Entraste en aquel portal y la persona que salió de allí a la mañana siguiente... No eras tú. No sé qué pasó contigo. Ni sé quién es el que ocupa ahora tu lugar. Te fuiste. Me dejaste seguir sola. Se marchó lo que más he querido. Lo que más quiero. Lo único que necesito. Tú. Y no el que veo por esta ciudad. No sabes hasta qué punto te echo de menos... un día más. Un poco mal, una tarde más. Todos me dicen que te olvide, que es inútil. Y aun así me quiebro en dos. Me romperé otra vez, en otra esquina…
¿Dónde estás? Te sigo queriendo, aunque me haga la fuerte y diga que todo acabó, te sigo queriendo. Y eso me mata. Me hunde. Araña mi alma, la empaña con tus recuerdos. Pero, ¿qué puedo hacer yo? Te juro que he intentado olvidarte, lo he intentado. Y aquí me tienes, pensando en ti. Estoy mal. Son momentos duros. Lloro con disimulo porque siempre hay un sentimiento muerto en un corazón roto.

No importan los días, que pasen las horas.

5 de Octubre.

Cierro la puerta. Mi habitación está a oscuras. Ahora, es lo que necesito. No quiero pensar. Porque sé que si pienso, solo un pensamiento va a ocupar mi cabeza… él. Y en estos momentos, no quiero sentir dolor, solo quiero… sonreír. Aunque aquí, encerrada en mi habitación, a las 01:30 de la noche, es un poco difícil. Siempre termina sacando lo malo de mí. Ayer decía que sí, y ahora me dice que no. ¿Cómo ha podido decir que ya no somos los mismos, que no es feliz? NO, no lo esperaba de él. ¿Qué tengo que hacer? ¿Despedirme de todo lo que solíamos ser? ¿Tengo que olvidarme de todo? Porque no puedo. No puedo, no puedo despedirme de ti sabiendo que seguiré viéndote. No puedo dejarlo atrás. Estoy enganchada a ti, si estoy aquí es por ti. Has entrado en mi corazón y no hay manera de que salgas. ¿Qué es lo que me está pasando? porque si fuera por mí, cogería todos tus recuerdos y los tiraría a la basura. Pero no puedo.  Tantas promesas, tantos besos y te quieros. Tanto ha quedado en… ¿nada? Y hoy, justo hoy es cuando decides acabar con todo. Hoy, 5 de Octubre, hoy. Hoy, ¿por qué hoy? Hace cinco maravillosos meses, hace cinco meses… me dijiste que me querías por primera vez. Me dijiste que querías pasar el resto de tu vida conmigo, a mi lado. 5. Cinco. Cinco. Cinco. Cinco. Ese número. 5. Cinco. Five. Cinque. Öt. Pet. Viis. Bost. Cúig. Hace cinco meses, el día cinco del mes cinco. CINCO. Ahora me doy cuenta de que me dijiste tantas cosas, tantas mentiras.

-          Me voy. Ya no te quiero. Se acabó.
-          Carlos…
-          Adiós.

Adiós. Solo me diste un adiós por explicación. Adiós.  Entonces hablé, entonces lloré, te supliqué. Grité, te insulte, te maldecí. No entiendo como la rabia enciende las palabras, palabras que no son nada pero llegan al alma. Sí, ahí me rebajé a tu nivel. Pero, aun así, espero que algún día te acuerdes de mí. Y vuelvas, porque yo me quedo aquí.



6 de Octubre.

Me da impotencia saber que la historia más bonita tenga aquel final del que estaba prohibido hablar. Sé que tendré que olvidarte, y dejar de pensar en ti, sí. Me da miedo. Me da miedo saber que algo tan bonito se convertirá en palabras del recuerdo... que un todo que vivimos, pasará a ser ceniza de la nada. Me proporcionaste un cúmulo de sentimientos que pensé que nunca sentiría. Creía que tenía el corazón robusto como una piedra y conseguiste ablandármelo como el agua. Entraste en mi vida y me hiciste ver que podía ser una niña, una niña dulce con la que despertar cada mañana. Como aquello que prometimos. Y que nunca dejaré de recordar. Pero prometimos tantas cosas... Pudimos pensar e imaginar un futuro juntos con la imaginación que tiene un niño que piensas que la vida es como la de los cuentos de hadas.
Me acordaré de ti siempre. En cada sitio, en cada lugar, en cada momento. Me acordaré de ti al mirar al cielo o al ver a un niño pequeño llorar. Aún no sé cómo voy a poder vivir sin ti diciéndome cada 5 minutos que te cuente la historia de nuestro primer beso... de nuestra primera vez. Y aquella sonrisa tonta que te salía de oreja a oreja. Fuiste la persona más especial que entraste por mi vida y el último que saliste de ella. Pero, ¿sabes? La vida está hecha para estas cosas. Para disfrutar de ellas y descansar de ellas. Y costará, sí, pero y ¿qué? si tú puedes seguir para adelante yo también podré. Me costaste mi primera lágrima. Y mi primer sentimiento fuerte. Es difícil entrar en mi vida… pero tú lo hiciste con la facilidad tonta que tienes de hacer las cosas. Es fácil salir de ella, pero tú saliste de la manera más difícil que hay de luchar para soltarte de mi interior. Y mañana cuando abra la puerta de mi casa, veré aquel estúpido banco dónde nos sentamos. Y recordaré cuando me agarraste la mano y me miraste a los ojos y me hiciste sentir millones de sentimientos a la vez. Cuando pasábamos las tardes bajo tus sabanas o cuando  me quedaba embobá mirándote dormir. Y cuando vimos la estrella fugaz y me dijiste: “Pide un deseo...” Y sí, pedí estar toda una vida contigo. No podré olvidar nada de lo que hemos vivido, porque aún soy aquella niña ilusionada que soñaba una vida a tu lado. Pero conseguiré acostumbrarme a no tenerte. Porque cuando en el juego del amor ganan los contras… ¡Ey, chaval! ponte duro, ¡que la tormenta está a punto de llegar!
Y sí, te quiero, y que no se te olvide, porque yo no lo haré.