Somos alas imponentes; miradas que se encuentran; paradas colapsadas.
Somos la luz de los ojos del que renace del infierno y de algún otro cielo.
Somos la oscuridad encarnada en esta copa de vino añejo.
Somos cuerpo; somos carne; somos células dispares.
Somos tierra y universo; lluvia y firmamento.
Somos ángeles desterrados, por cobardes y miedosos que se coronaron con nuestras debilidades.
Somos lucha; somos fuerza y resiliencia.
Somos únicos e iguales.
Somos luz; desierto y paz; lágrimas de sal.
Somos todo y somos nada;
y una historia que contar;
cicatrices mal cerradas
y muchos logros
que nos quedan por soñar.