viernes, 28 de diciembre de 2012

¿Por qué no?

Los días en los cuales me enseñaron a ser quién soy están en la cima. A los ojos de la historia nunca seremos grandes ni siquiera al morir pero hoy todo puede cambiar. ¿Por qué no? Vivir lejos, cerca del mar, en los cielos o con los pies en la tierra pero, al fin y al cabo, vivir.


Sentir que las fuerzas del universo se han aliado y se disponen a luchar contra tu corazón en una batalla en la que tú serás la espada y tu orgullo, el escudo. Nunca serás más valiente. Nunca serás el mejor. Pero nadie te impide intentarlo. Lo que no cuesta no vale la pena. Y las posibilidades se agotan pero mientras haya una posibilidad, una mínima posibilidad, una sola... vale la pena intentarlo. Y será ahí, en ese momento, justo ahí, cuando te des cuenta de cuál es tu camino. Y ya no habrá motivos para no seguirlo.

lunes, 24 de diciembre de 2012

El mar.

Llegué allí donde las luces del alba se encontraban con su juicio final, donde el cielo permitía admirar su belleza dando paso a la oscuridad. Una mezcla de ilusiones sofocadas con el rumor de las olas que componían levemente aquella canción, interpretada por los marineros escondidos en sus barcos naufragados. Nunca perdí el sueño ni las ganas de viajar pero ese fue mi fin como el del sol que se pierde entre las nubes y ahoga sus gritos en ese azul grisáceo.
y mientras el viento lamía los bordes de su vestido negro dediqué un segundo más a aquel abismo infinito.


sábado, 15 de diciembre de 2012

Fundación Icaro: Guardianes de sonrisas.



En la vida hay pocos momentos que se quedan grabados, imposibles de borrar. Algunos, por muy buenos que sean, acabas olvidando detalles. Pero otros, con su fuerza, acaban agarrándose y nunca se soltarán. Esos momentos no nos producen miedo, tristeza porque ese tipo de momentos se olvidan voluntariamente. Yo hablo de otros momentos. Un tipo de momentos que puedes llegar a vivir dos o tres veces en tu vida. Un momento que te envuelva, acariciando cada uno de tus sentidos hasta introducirse en tu piel llegando a rozar tu alma.
Yo conservo uno así. Un día en la preciosa Madrid, que para mí fue como una gota de alegría en un mar triste y oscuro. Hay momentos que no se pueden explicar con palabras, ni siquiera con imágenes porque son tan fuertes, tienen tanta vida, que su luz desborda sonrisas con lágrimas incrustadas. Cuando lloras de felicidad y no de tristeza, cuando llega ese día… hay algo, un “no sé qué” que se introduce en tu corazón y nunca más va a desaparecer. Da igual lo que rías, los años que pasen porque en tus recuerdos ese día tomará un gran valor. Te hará llorar de una felicidad contagiosa con una chispa de emoción revitalizante. Ese día te marcará para siempre. Y ese recuerdo se materializará ante ti cuando lo desees. Tan perfecto, tan uniforme. Si tuviera que dar una definición de la felicidad… sería ese recuerdo.
Y entonces conoces a personas increíbles que, a pesar de las adversidades, te hacen ser mejor persona. Esas son las personas que valen, personas que cambian el mundo que tienen a su alrededor. Personas increíbles, maravillosas cuyas sonrisas iluminarían cualquier corazón apagado. Personas perfectas. Guardianes de nuestras sonrisas. Personas que por algún casual han llegado a tu vida para enseñarte que sonreír es un deber, que hay mucho más allá, que los malos momentos se superan y que todos podemos congelar algún momento en nuestra mente para no volverlo a soltar nunca. Algunos pueden enseñarte a amar una fotografía y que sacan de algo horrible su mejor cara. Otros rompen barreras y reglas para elevarte hacia la luz. Y otras están a tu lado cuando menos lo esperas. Estas personas aparecen como por arte y deseas que nunca desaparezcan. Estas personas tan peculiares, tan diferentes entre sí pero tan fuertes que admirarles sería decir poco. Cómo explicar algo con palabras que nunca podrás pagar. No se puede.






Gracias a Antonio, Noelia, José Ignacio, Juan Carlos, Manolo, Rocío.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Nunca fuimos nada.


Un mismo día, importante para dos personas distintas. Personas que fueron algo, pero que ya no son nada. No hablo de una buena historia de amor con final trágico incorporado. Esta es una historia de dos amigos, de dos hermanos que sin previo aviso se alejaron. 
Y aquella fue la historia de un 4 de Diciembre, de un frío invernal que arrancó todas sus sonrisas, que se llevó consigo aquel "Te lo prometo" con el complemento de unos ojos verdes. Aquel fue el invierno que marchitó su mirada, que permitió la pérdida. Un cobarde con nombre de valiente. 
Aquella no fue una historia común. Fue su historia.