lunes, 2 de mayo de 2016

Siente el sentimiento que no calla.

Siente el sentimiento lejano de un beso que se pudre al son de cada lágrima.
Lágrimas que se pierden en tus mejillas, desojadas por un ligero aullido de victoria.
Victoria perdida en mil batallas de aquel campo desconocido, visitado en la memoria al despertar los sueños cada noche desde el día en el que los labios olvidaron algún nombre, sintiendo el alejamiento y…
Y, de todos modos, no gritarás a la luna pues el miedo acecha y la noche es larga.
Larga también la mañana de ligero llanto ante las plegarias de una dulce niña que siente.
Que siente y no calla.




Y así nos quedamos, en un intento frustrado.

Y duele pensar que das más de lo que esa persona está dispuesta a hacer por ti. Duele saber que el declive interno se apodera de tu ser. Pero aquí nadie puso las cartas sobre la mesa y nos perdemos entre las aguas marchitas del comienzo del invierno.
Buscamos un descanso entre las lágrimas, fugaces, que rasgan mis mejillas al contacto con sus labios. Persistimos en el intento frustrado de volver a encontrarnos. Pero tú eras más de ocaso y yo de encerrarme hasta el  amanecer.
Y así nos quedamos, en un intento frustrado.




Incompleta.

No confíes. No te dejes vencer.
No cedas. Mantente firme.
No huyas. Permanece ante el peligro.
No llores. La cabeza al frente.
No ames. No permitas que atraviesen tus murallas.
El dolor vendrá tarde o temprano. Como una brisa ligera que tornará en el pétreo aliento de un silencio que atraviesa y destruye todo a su paso.
No ames. Y, si lo haces, ama a medias. Deja un camino de huida. Deja un lugar donde las lágrimas no marchiten los muros de tu palacio.
Ansiada es la hora y dolorosa la llegada de ese puñal mezquino, que no se apiada ni de la más sutil belleza, encerrada entre esos labios, resecos de mentiras, engañados, torturados por un amor que nunca debió crecer.
No ames. No cedas. Resiste.
Sé fuerte y no te dejes vencer.
No tendrán piedad.



Aun así no hagas daño.
Pero ama a medias.
No des todo al desconocido de palabra esperanzadora.
Aunque estés incompleta.
Es mejor que estar rota.