lunes, 10 de septiembre de 2012

Con V de valentía.

Una vez, un muchacho, llamémoslo V, estaba en la playa con su hermano, llamémoslo H. Mientras jugaban, olvidándose del tiempo, se adentraron en las profundidades marinas. De repente, H sintió que algo le arrastraba atravesándole la pierna. Era un tiburón. Muerto de pánico y en estado de ansiedad, pidió ayuda a su hermano V que chapoteaba con fuerza el agua para atraer la atención del tiburón que casi mata a su hermano.
El tiburón, alterado por el rojo del agua, se abalanzó sobre V arrastrándolo 50 metros a las profundidades de las que creyó que no volvería a escapar...
 
Días después, V despertó en el hospital descubriendo a su hermano a su lado en una camilla. Este solo conservaba una gran herida con sus correspondientes puntos. Sería su marca, su anécdota.
Entonces, quiso incorporarse y abrazarle pero algo se lo impidió y no fueron ni los enfermeros ni sus padres que, con angustia y tristeza, le contemplaban en la habitación... Oh, no. Fue algo más personal, fue su pierna izquierda.
Había desaparecido.
Miró a sus padres y repetidas veces a su hermano. No necesitó respuesta. El tiburón se la había arrancado. Y en su lugar ahora poseía un muñón. Le dolía, pero el dolor era más psicológico que físico.

Meses después...
Aquel muchacho que había perdido la pierna participó en los Juegos Paralímpicos en la prueba de natación. Ganó la medalla de plata.
Y, en una entrevista, cuando le preguntaron que si no se arrepentía de haber entretenido al tiburón para salvar la vida de su hermano contestó:
- No, porque piernas, tenía dos; hermanos, solo uno.

Basado en hechos reales. {Historias que conmueven}

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