lunes, 24 de diciembre de 2012

El mar.

Llegué allí donde las luces del alba se encontraban con su juicio final, donde el cielo permitía admirar su belleza dando paso a la oscuridad. Una mezcla de ilusiones sofocadas con el rumor de las olas que componían levemente aquella canción, interpretada por los marineros escondidos en sus barcos naufragados. Nunca perdí el sueño ni las ganas de viajar pero ese fue mi fin como el del sol que se pierde entre las nubes y ahoga sus gritos en ese azul grisáceo.
y mientras el viento lamía los bordes de su vestido negro dediqué un segundo más a aquel abismo infinito.


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