domingo, 21 de octubre de 2018

Somos dioses a la altura de una hormiga.

A las tres de la mañana, la luz de las farolas hipnotiza mis pestañas; se desgarran mis sentidos; se culturiza mi alma. Al derramarse por nuestras sonrisas el brillo de cien mil estrellas, se ha remangado mi falda; he olvidado los modales; he accedido a tus trampas.




Al caer la noche gris por nuestras espaldas, he sentido tu mirada recorriendo mis ganas; he cumplido lo pactado; nos han reducido a montañas. Somos dioses a la altura de una hormiga; somos alas que se intercambian sus cadenas; somos la fusión de dos amantes de verbena.

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