Me muerdes los miedos.
Tus brazos me saben a las vías de esta vieja estación.
Tu luz se amontona en mis antenas.
Y me quema.
Las nubes ya no amargan.
Me besas las esquinas de este cuerpo oxidado.
Me duele este abrazo que sabe a carretera.
Y me quema.
Tiemblo entre tus parpadeos.
Entre tus labios, rotos por el frío invierno, bailo hasta encontrarme.
Olvido los motivos.
Y me quema.
Me quema incluso recordarte.
Recordarte por descuido.
Que no merecéis ni mi fuego. Ni mi luz.
Ni el tiempo que hemos compartido.
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