lunes, 14 de mayo de 2012

Dream.


Estaban sentados en la hierba húmeda, riendo como tantas otras veces, imaginando vidas ajenas. Uno de ellos redactó una fórmula mágica sobre el cielo y las estrellas, y lo lejos que quedan de nosotros a pesar de ser más pequeñas que nuestros dedos, con los que podemos alcanzar sus filamentos dorados.
Alejandro la miró. Llevaba pensativa toda la tarde y el cielo no podía ser excusa.

-          Si algún día pudieses pedir un deseo con total certeza de que fuese a cumplirse, ¿cuál sería?

No le sorprendió la pregunta. Alejandro siempre había tenido sus maneras de preguntar cosas tan simples como un “qué tal”. Todos respondieron cosas como viajar a la Antártida a ver pingüinos o conocer a su entrenador de fútbol favorito. Pero ella no respondió, se quedó callada, inerte. Pasados unos minutos reaccionó y dijo:

-          Pediría no perder lo que tengo.

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