domingo, 30 de enero de 2011

Ellos.

A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos porque son cosas tan simples, tan insignificantes, cosas que sin darnos cuenta pueden hacer que toquemos el cielo con la punta de los dedos. Sin más.
Porque, a veces una palabra puede causar una reacción mucho mayor en nosotros que cualquier otro regalo de navidad.
Un abrazo, un beso o simplemente comerte una bolsa de lacasitos con quien tú quieras en un parque cualquiera.
Y es que en el fondo no necesitas nada más.
Pero te empeñas en buscar algo que quizás ni existe. Algo invisible. Porque sabes que,en el fondo, ni te lo mereces.
EGOISMO.
De eso se trata.
Pero un día aparece alguien que te enseña que comerte una bolsa de lacasitos en un parque con esa persona es lo único que te hace realmente feliz.
Y sí, la bolsa de lacasitos se acabará pero ese momento, creeme, nunca se irá de tu cabeza.
Sí, un momento estúpido que te ha hecho sonreír durante veinte estúpidos minutos. El tiempo suficiente para comerte poco a poco los lacasitos y saborearlos; el tiempo suficiente para darte cuenta de que así eres realmente feliz.
Y sin darte cuenta, te estás riendo con un montón de amigos a tu alrededor de un chiste que no tiene sentido y que aún estás intentando comprender.
Pero da igual.
Vuelves a meter la mano en la bolsa y a sacar unos cuantos lacasitos.
Sí, porque eso es lo que te hace feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario