domingo, 30 de enero de 2011

Quema.

Entonces, miras por la ventana. Está lloviendo. Y empiezas a pensar en todo lo que ha cambiado tu vida en los últimos meses. Todo lo que has perdido, todo lo que has ganado, y todo lo que queda por cambiar.
Es difícil, lo sabes. Lo supiste desde el principio. Pero te da igual, sigues adelante. Porque entre todos tus defectos está el de ser cabezota. Muy cabezota. Y porque, simplemente, no quieres rendirte.
No, tu no eres asi. No eres tan cobarde.
Pero lo sabes, sabes que vas a caer. Siempre lo haces. Y no porque no hagas lo imposible por impedirlo. Sino porque sencillamente, en el fondo, sabes que no puedes hacer nada por cambiarlo. Las cosas son así. Y no es tu culpa. No la tiene nadie.
Además estaba escrito en aquella bola de cristal. Sí, aquella que se rompió y arreglaste en una tarde.
Aquella que ha seguido en tu mesita todo este tiempo. Aquella que te dolía mirar pero, ¿y ahora?
Olvídalo. Olvida lo que has sido, ya no sirve. Un "lo siento" no va a hacer que todo lo que querías, todo lo que fuiste una vez, vuelva a ser lo que un día fue tu realidad.
No, es imposible.
Pero lo sientes ahí, al fin y al cabo. Te quema hasta doler.
Pero se acabó. Se tiene que acabar solo porque no se lo merecen. No, ellos no.
Está decidido.

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