viernes, 2 de marzo de 2012

Magnum.{Capítulo 3. Una canción con olor a nieve mojada.}

-    Doctor, ¿qué tal su mujer?- Nos habíamos acercado a comer a un restaurante próximo al hospital. El Doctor K era un hombre muy ocupado. Supongo que la oncología lo merecía. Recordaba haber escuchado que mi abuelo había muerto por leucemia.
-    Bien, entretenida con los nietos y con la tienda de cajas de música.- Era una pequeña tienda en el centro, muy solicitada.
-    ¿Todavía la mantiene?
-    Mejor que nunca. Hace unas obras increíbles.
-    Lo sé, mantengo la que me regaló.- Saqué de mi bolso rojo una pequeña caja de música y la coloqué sobre la mesa. Redonda, adornada con flores y estrellas cuyos filamentos llegaban a rozar con los dedos el cielo. Entre sus coberturas doradas se entreabrían unas puertas que al pulsarlas se abrían dejando aparecer una pareja que bailaba al ritmo acompasado de una vieja canción con olor a nieve mojada. La canción paró y el Doctor me miró. Me intimidaban aquellos silencios acompañados de la mirada profunda del Doctor que se introducía en mí desvelando mis secretos.

-     Me recuerdas tanto a tu madre.- Reconozco que no me esperaba eso. Mi madre murió en un atentado dirigido a un diputado del gobierno. Lo único que utilizaron en su defensa los terroristas fue que había sido un error, que se equivocaron de coche. Un error destrozó mi vida y la de toda mi familia. Mi padre murió meses después por Depresión como dijo el psicólogo. Entonces, mi hermana tenía 16 años y yo 18. Nos quedamos solas. El Doctor K y su mujer nos acogieron en su casa junto a su hijo Carlos. Era como un  hermano para nosotras pero ahora vive en la otra cara del mundo: New York. Atrevido, con ganas de vivir. Divorciado. Su exmujer vive aquí, en Udine. Por suerte, nos tiene cariño y nos trae a sus hijos todas las semanas. Estarían enormes.
En definitiva, el Doctor K y su mujer era lo más parecido que recordaba a un padre y una madre. Hacía dos años me había ido a estudiar a Venecia. No sabría decir un motivo exacto, supongo que por qué esa ciudad me tenía enamorada. Y había vuelto hoy.
-     Y, ¿mi hermana? Tengo ganas de verla.
-      Es la psicóloga de aquel colegio “de uniforme”.
-      Me alegro por ella, pero podría haberse dedicado a algo más… productivo.
-     Que odies a los psicólogos por lo de tu padre no es motivo para que la desanimes. Le ha costado mucho y está ilusionada. No seas borde.- le miré resignada, obedeciendo- Vamos, Leonor querrá verte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario