sábado, 30 de junio de 2012

Que no todo son malos momentos.


Sonríe porque, aunque no lo creas, un día despiertas y todo se llena de colores vivos que se cuelan por los rincones de tu habitación cambiando ese blanco desfasado por sonrisas dibujadas en la pared. Que los días nunca amanecen para todos a la misma hora, y lo que yo veo blanco no siempre es así para el que lo ve negro. Pero nadie dijo que fuera fácil. En realidad, nadie te dijo nada. No te avisaron con 15 días de antelación ni colgaron un cartel de advertencia. No, llegó así… de golpe, sin avisar. Y de repente ¡PAM! Tropiezas con la realidad…

Pasa el tiempo, y se te hace eterno. Las manecillas del reloj se niegan a avanzar y tú solo no puedes hacerlas correr. Intentas no mirar, intentas pensar en otra cosa para ver si, por casualidad, corren accediendo así a tus deseos. Pero las estrellas fugaces hoy no recorren el cielo, haciéndolo brillar.
Pero, ¿por qué te rindes y haces que lo malo pueda contigo? Los humanos tenemos una mala costumbre. Siempre tendemos a mirar hacia otro lado cuando algo no nos gusta. Pero eso ya no es una opción. No, ya no. No es cuestión de hacerse el fuerte.  Simplemente tienes que seguir, por muy duro que sea.
Parece que el diablo quisiera divertirse un rato con nosotros. Nos coloca losas sobre la cabeza imposibles de levantar, de sostener tu solo. Pero nadie dijo que estuvieras solo…
Aunque nadie puede negar que llega un momento en el que estás pensando en tu vida y prefieres no pensar.

Solías repetirles: “No sabes lo que daría porque mis únicos problemas fueran como los tuyos.” Pero no comprenden. Lo intentan, lo sé. De hecho, piensan que no pueden ayudarte, que todo lo que hacen es en vano y no adivinan que tú ya se lo estás agradeciendo desde lo más profundo de tu “yo” interno.
Y al final otra vez es Setiembre, otra vez verano y pico. Otra vez, el agua roza tu piel refrescando cada partícula que todavía afronta el charco amargo del invierno. Nunca podrás olvidarlo, a pesar de los intentos. Pero… tampoco estoy segura de querer olvidarlo. Ha sido un año distinto, con sus bajones e instintos homicidas, con sus sonrisas y sus tardes eternas. Un año “especial”. Sí, un tanto especial. Pero hay cosas qué no podemos explicar con simples palabras, sensaciones como volver a abrazar a un amigo…

Tienes esa sensación de calor y alegría. Sí, esos escalofríos que solías tener. Esas contracciones en el corazón unidos a los impulsos de llorar.
-          Y si… y si otra vez…
Nunca conseguirás expresarlo. Solo un vacunado contra el miedo podrá describirlo, podrá llegar a hacerte rozar sus recuerdos adentrándote en su corazón, en su oscuro rincón. Aquel que nadie podrá borrar, ni tachar. Pero puedo afirmar que no cambiaría nada, ni un solo minuto. Es cierto que es una bajada al infierno sin retroceso en tiempo record para que a los… ¿siete meses? ¿doce, tal vez?... para que con el tiempo puedas regresar. Pero nadie te asegura tu billete al exterior, es un recorrido lleno de incertidumbre que no sabes apagar ni con la canción que acompaña tu historia. Todos los momentos de mi vida han tenido una banda sonora incorporada, ¿por qué no este? Pero, reitero, nunca cambiaría nada de todo esto porque en ese trayecto tormentoso, tembloroso y lleno de preguntas que circulan generando un tráfico que en ocasiones no te deja avanzar, encuentras la luz, eres tocado por una estrella que se digna a bajar para abrirte los ojos y decirte “Hey, calma, que no todo son malos momentos”.



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