domingo, 12 de febrero de 2012

Magnum. {capítulo 1. Sierrasesúmaga}

Encontré en el pasillo las huellas intachables del doctor. Con aquella robusta chaqueta, le vi tomándose un café en la cafetería del hospital. Divisé un café solo con una tostada untada en mantequilla y mermelada. Sin azúcar, sin sacarina, sin acompañante. Leía muy entreteniado unos informes que guardaba en una carpeta azul. Siempre la llevaba con él. Era la misma que había llevado en el momento de tomar mi decisión, en aquella habitación. Había pasado tanto tiempo…
 A pesar de todo, el tiempo lo había tratado bien. Sin arrugas, sin canas y con 50 años encima, se conservaba mejor que su hijo. No había cambiado nada, ni siquiera el volumen de su barriga.
Terminó de leer los informes, pagó y se marchó. Sospechaba que al pasar por mi lado no me reconocería. No me equivoqué. A diferencia de él, yo sí había cambiado. Me había crecido mucho el pelo, lo llevaba por debajo del pecho, ondulado. Estaba más alta, más mujer. Con los labios más rojos, más morena. Estaba más delgada por la natación pero seguía siendo igual de patosa a la hora de combinar mi ropa. Algo que no habían cambiado eran mis ojos: grises, con las pestañas tan largas que rozaban las estrellas, y las cejas finas, protegiéndolos. Acababa de terminar la licenciatura y había venido desde Venecia a verle.
-  Doctor Sierrasesúmaga, disculpe.
-   Sí, ¿nos conocemos?
-   Soy yo, Melania.
Le entregué un collar que observó sorprendido. Un ángel encadenado tocaba la flauta a la luna. Una obra maestra.
-  Una pena que ya no se hagan piezas como esta- respondió, devolviéndomelo acompañado de una sonrisa.

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