sábado, 1 de octubre de 2011

No importan los días, que pasen las horas.

5 de Octubre.

Cierro la puerta. Mi habitación está a oscuras. Ahora, es lo que necesito. No quiero pensar. Porque sé que si pienso, solo un pensamiento va a ocupar mi cabeza… él. Y en estos momentos, no quiero sentir dolor, solo quiero… sonreír. Aunque aquí, encerrada en mi habitación, a las 01:30 de la noche, es un poco difícil. Siempre termina sacando lo malo de mí. Ayer decía que sí, y ahora me dice que no. ¿Cómo ha podido decir que ya no somos los mismos, que no es feliz? NO, no lo esperaba de él. ¿Qué tengo que hacer? ¿Despedirme de todo lo que solíamos ser? ¿Tengo que olvidarme de todo? Porque no puedo. No puedo, no puedo despedirme de ti sabiendo que seguiré viéndote. No puedo dejarlo atrás. Estoy enganchada a ti, si estoy aquí es por ti. Has entrado en mi corazón y no hay manera de que salgas. ¿Qué es lo que me está pasando? porque si fuera por mí, cogería todos tus recuerdos y los tiraría a la basura. Pero no puedo.  Tantas promesas, tantos besos y te quieros. Tanto ha quedado en… ¿nada? Y hoy, justo hoy es cuando decides acabar con todo. Hoy, 5 de Octubre, hoy. Hoy, ¿por qué hoy? Hace cinco maravillosos meses, hace cinco meses… me dijiste que me querías por primera vez. Me dijiste que querías pasar el resto de tu vida conmigo, a mi lado. 5. Cinco. Cinco. Cinco. Cinco. Ese número. 5. Cinco. Five. Cinque. Öt. Pet. Viis. Bost. Cúig. Hace cinco meses, el día cinco del mes cinco. CINCO. Ahora me doy cuenta de que me dijiste tantas cosas, tantas mentiras.

-          Me voy. Ya no te quiero. Se acabó.
-          Carlos…
-          Adiós.

Adiós. Solo me diste un adiós por explicación. Adiós.  Entonces hablé, entonces lloré, te supliqué. Grité, te insulte, te maldecí. No entiendo como la rabia enciende las palabras, palabras que no son nada pero llegan al alma. Sí, ahí me rebajé a tu nivel. Pero, aun así, espero que algún día te acuerdes de mí. Y vuelvas, porque yo me quedo aquí.



6 de Octubre.

Me da impotencia saber que la historia más bonita tenga aquel final del que estaba prohibido hablar. Sé que tendré que olvidarte, y dejar de pensar en ti, sí. Me da miedo. Me da miedo saber que algo tan bonito se convertirá en palabras del recuerdo... que un todo que vivimos, pasará a ser ceniza de la nada. Me proporcionaste un cúmulo de sentimientos que pensé que nunca sentiría. Creía que tenía el corazón robusto como una piedra y conseguiste ablandármelo como el agua. Entraste en mi vida y me hiciste ver que podía ser una niña, una niña dulce con la que despertar cada mañana. Como aquello que prometimos. Y que nunca dejaré de recordar. Pero prometimos tantas cosas... Pudimos pensar e imaginar un futuro juntos con la imaginación que tiene un niño que piensas que la vida es como la de los cuentos de hadas.
Me acordaré de ti siempre. En cada sitio, en cada lugar, en cada momento. Me acordaré de ti al mirar al cielo o al ver a un niño pequeño llorar. Aún no sé cómo voy a poder vivir sin ti diciéndome cada 5 minutos que te cuente la historia de nuestro primer beso... de nuestra primera vez. Y aquella sonrisa tonta que te salía de oreja a oreja. Fuiste la persona más especial que entraste por mi vida y el último que saliste de ella. Pero, ¿sabes? La vida está hecha para estas cosas. Para disfrutar de ellas y descansar de ellas. Y costará, sí, pero y ¿qué? si tú puedes seguir para adelante yo también podré. Me costaste mi primera lágrima. Y mi primer sentimiento fuerte. Es difícil entrar en mi vida… pero tú lo hiciste con la facilidad tonta que tienes de hacer las cosas. Es fácil salir de ella, pero tú saliste de la manera más difícil que hay de luchar para soltarte de mi interior. Y mañana cuando abra la puerta de mi casa, veré aquel estúpido banco dónde nos sentamos. Y recordaré cuando me agarraste la mano y me miraste a los ojos y me hiciste sentir millones de sentimientos a la vez. Cuando pasábamos las tardes bajo tus sabanas o cuando  me quedaba embobá mirándote dormir. Y cuando vimos la estrella fugaz y me dijiste: “Pide un deseo...” Y sí, pedí estar toda una vida contigo. No podré olvidar nada de lo que hemos vivido, porque aún soy aquella niña ilusionada que soñaba una vida a tu lado. Pero conseguiré acostumbrarme a no tenerte. Porque cuando en el juego del amor ganan los contras… ¡Ey, chaval! ponte duro, ¡que la tormenta está a punto de llegar!
Y sí, te quiero, y que no se te olvide, porque yo no lo haré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario