5 de Noviembre.
Nieva. Nieva, y con cada copo que cae, cubriendo esta ciudad, una lágrima araña mi alma, la rasga. Y cuanto más pienso que por fin ya no estás, es cuando más me acuerdo de ti. Te arrepentirás, lo sé. Algún día volverás. Las canciones de amor que no quisiste andan rodando ya por las aceras, las tocan las orquestas de los tristes pa’ que baile Don nadie con Cualquiera. Las lágrimas vuelven a fluir. En fin, voy a calmarme un poco. Respirar. Respirar. Respirar. Ágil, fuerte, débil, lento. Largo, profundo, cortado. Pararse y dejarlo fluir. Saciar los pulmones. Coger aire y mantenerlo. Soltarlo lentamente al son de un bombeo. Disfrutarlo. Básicamente pensar y saber que respiramos para sobrevivir, pero a veces un respiro no es suficiente motivo para sentirse vivo. Sobre todo cuando te han arrebatado tu corazón de cuajo. No logro sentirme viva, no me siento yo. Soy una copia vieja y triste de mí. Mis pijamas ya no tienen dueño, ya no hay nadie que los sorprenda de noche bajo su ventana, ni viene nadie a las 8 de la mañana a despertarles con un sabroso beso con olor a tostadas recién hechas. Yo he cambiado mi manera de ver las cosas, mi manera de sentir y de expresar mis sentimientos… por ti. ¿Para qué? Fuimos tanto y, ahora, tan solo quedo yo.
5 de Diciembre.
5 de Enero.
No sé dónde ha quedado el chico del que me enamoré. Hace tanto que no le veo. Sólo queda un cuerpo. Una cara. Unos ojos. Es algo físico. Ya no me dice nada. Tu sonrisa. No es la misma. Tus acciones. Tú. Tus sentimientos. ¿Dónde quedó todo? ¿Dónde quedaron las promesas? Cada uno de los besos. Todas nuestras noches. ¿Dónde? ¿Dónde están? ¿Dónde estás? A veces tengo la necesidad de gritar. Gritar a pulmón abierto. Gritar tu nombre. Dejarme la voz... Y que regreses de nuevo. Tú. El mismo de siempre. Mío. Tuya. Nosotros. Es realmente difícil. Escalofrío. Te miro y no veo nada. No te reconozco. No sé quién eres. Por favor, vuelve. Vuelve. Tú, con tus ideas disparatadas. Tú, con esa risa que te caracterizaba, que te diferenciaba de los demás. Tú, y tus ojos. Pequeños. Miel, y esas pestañas largas. Tú, y tus besos. Tú, y tus abrazos. Tú, y tus te quiero. Tú. Tú. Tú .Tú. Sencillo. Preciso. Exacto. No pido a nadie más. Me aterroriza la idea de seguir sin ti. Sola. El último recuerdo que tengo no es de la persona que ahora veo. Extraño. Desconocido. Indiferente. "Un beso, y te fuiste". Pude darte un beso mejor. Intenso. Fue tan por costumbre. Nunca imaginé que sería el último... Entraste en aquel portal y la persona que salió de allí a la mañana siguiente... No eras tú. No sé qué pasó contigo. Ni sé quién es el que ocupa ahora tu lugar. Te fuiste. Me dejaste seguir sola. Se marchó lo que más he querido. Lo que más quiero. Lo único que necesito. Tú. Y no el que veo por esta ciudad. No sabes hasta qué punto te echo de menos... un día más. Un poco mal, una tarde más. Todos me dicen que te olvide, que es inútil. Y aun así me quiebro en dos. Me romperé otra vez, en otra esquina…
¿Dónde estás? Te sigo queriendo, aunque me haga la fuerte y diga que todo acabó, te sigo queriendo. Y eso me mata. Me hunde. Araña mi alma, la empaña con tus recuerdos. Pero, ¿qué puedo hacer yo? Te juro que he intentado olvidarte, lo he intentado. Y aquí me tienes, pensando en ti. Estoy mal. Son momentos duros. Lloro con disimulo porque siempre hay un sentimiento muerto en un corazón roto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario