miércoles, 12 de octubre de 2011

No importan los días, que pasen las horas (VII)

5 de  Septiembre.

A veces, los detalles más insignificantes son los más especiales porque tienen un significado mayor según la persona que te lo regale. A veces, el mayor regalo que te pueden hacer es una sonrisa. Un beso. Un te quiero. O simplemente escuchar la respiración acompasada de alguien a quien tienes pegado a tus labios. La vida no se mide por las veces que respiramos, sino por las veces que nos dejan sin respiración. Y le quiero. Le quiero. Gritaré. Me sentiré la reina del mundo entero, incluso del universo, de cada una de las partes que tiene esto que nos rodea. Me sentiré la persona más importante del planeta. Seré invencible. Correré por cada borde de los acantilados, pararé un segundo y me detendré a pensar. Entonces, miraré a mi lado, y me daré cuenta una vez más, que solo cuando le tengo a él conmigo, puedo ver un mundo diferente que nadie conoce, puedo estar en el sitio más precioso del mundo, y que todos desconocen. Y yo, sin embargo, me encontraré ahí, agarrada de su mano, mirando lo feliz que soy con él. Porque solo él me ve cuando soy invisible. Dijeron que no podría, que no le olvidaría, que me costaría enamorarme. Pero mira donde estamos, hicimos lo que nadie creía. Tan mal nos miraban, pero seguíamos empujando y cada vez que caía tú me levantabas. En ti lo encontré todo, me haces sentir viva... como la estrella más brillante, me haces brillar otra vez. No importa dónde estemos, no importa a dónde nos puedan llevar, no necesitamos escudos porque nuestro amor es lo que nos protege. Invencibles. SOMOS INVENCIBLES.


5 de Octubre.

Un año. Hoy hace un año. Acabo de pasar por ese parque, al lado de ese banco. Como me prometí que haría. Aunque, esta vez, un poco menos sola. Rui está conmigo, abrazándome. Dándome la mano. Agarrándomela. Con fuerza, con cariño, con ternura. Con sus besos. Le quiero, me quiere. Ahora somos un “nosotros”,  “él y yo”, “tú y yo”. Ahora puedo decir que le olvidé, que lo conseguí. Ahora vuelvo a querer igual, ahora vuelvo a ser yo. Adiós C. Adiós. Hola R. Hola, te quiero. No me abandones nunca. No me pierdas. Sé que no lo harás. Ahora lo sé, estoy segura. Lo sé. Hay que pasarlo mal para luego valorar que se está bien. Y ahora estoy bien. Nos quedan tantas cosas por contarnos, tantos momentos juntos. A tu lado. Y por ti lucharé, por todo el cariño que has puesto conmigo. Por todo tu tiempo, por haber querido tenerme contigo. Te quiero. Es que te quiero. Me encanta esa palabra, “te quiero”. Es Preciosa. Me da igual lo que digan. Me da igual lo que piensen. No siempre será fácil, pero estaré aquí para siempre. Aunque quizás me dejes de querer algún día, o te canses de mí. Quizás mañana ya no me quieras, quizás… Quizás, quizás, quizás. A veces, nos quedamos solamente en un quizás porque es muy difícil decir que quieres a alguien cuando realmente le quieres, por eso muchas veces nos quedamos a las puertas y yo no me quiero quedar a las puertas. Yo quiero pasar el resto de mi vida contigo y que NO quiero quedarme a las puertas. Agárrame la mano, no me sueltes jamás. Cógeme y llévame hasta el infinito.  Quizás nos perdamos, pero si me pierdo, será contigo. No quiero pensar en las consecuencias, no quiero pensar lo que pasará mañana, ni tampoco lo que pasó ayer. Lo que pasó, pasó y lo que pasará, pasará. Me da igual lo que pase, lo único que quiero es que pase contigo, nadie más, porque eres lo esencial en mi vida y tú eres de las pocas personas que destaca en ella. Así que, adiós recuerdos, adiós amores pasados. Adiós noches llorando, adiós sonrisas falsas, adiós dolor…
Adiós.


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