lunes, 12 de diciembre de 2011

Inconfundible.

Hace un año no me lo hubiera creído. Hubiera hecho caso omiso, apenas hubiera escuchado. Le quería. Quizás, demasiado… Hoy yo lo llamo obsesión, un “culo veo, culo quiero”. Hace un año no lo hubiera creído, no hubiera llegado a comprender por qué pero, entonces, me hubiera negado a olvidarle. Siempre he dicho que si alguien te hace daño tú, inconscientemente, piensas que el resto del mundo te hará lo mismo. No quieres hacer daño, no quieres que otros cometan tu error pero acabas cayendo en la trampa. El dolor es demasiado fuerte. Y se cuela entre tus dedos tomando las riendas de tus actos y se acaba convirtiendo en un círculo vicioso en el que todos engañan y hacen daño.
Pero un día, tu concepto cambia. Más bien, te lo cambian. Entra alguien en tu vida que, de una manera u otra, te hace ver que tú no eres así. Y ya sea mediante su sonrisa, su forma de mirarte o su manera tonta de ver la vida, hace que te enamores.
Sí, que te enamores.
No quiero que suene exagerado, grande o comprometido. No, no, no, no, no. Esto no se trata de nada de eso. Enamorarse es lo mejor que te puede pasar, siempre y cuando seas correspondido. Pero hay dos efectos negativos, devastadores, que pueden acabar con todo. Llamémoslos “efectos de Huracán”. Sí, estoy hablando del orgullo y de la cabezonería. Cuando eres Orgulloso y cabezota no aceptas que esa persona sea distinta y que no quiera hacerte daño. Te dolerá saber que estás volviendo a caer en una trampa mortal, igual de efectiva que la última. No querrás volver a enamorarte. Lucharás, creyendo poder ganar… pero ya has perdido. Y, en el fondo, es lo que quieres. Dejarte llevar, seguir el curso de las cosas, de tu sonrisa. Saber que ya no sonríes a medias. Se acabaron los tapujos, las máscaras que asfixian tus sentimientos. Se acabó el “yo no me voy a enamorar nunca”. Nunca digas nunca porque a la mínima el karma o cualquier reacción química actuará.


Realmente es lo que quieres, no es malo, no lo ocultes. Simplemente, es un secreto escondido.  

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